Por un lado, Alemania está a punto de ceder en la ampliación del fondo europeo de rescate, que ya ha actuado en Grecia e Irlanda con los lamentables resultados de todos conocidos, creando un círculo vicioso, que, no lo duden, seguirá creciendo, absorberá a Portugal y a España y se reproducirá en Italia y Bélgica. Y lo que es peor: los gobernantes irresponsables -no, no es necesariamente una reiteración- seguirá emitiendo deuda pública y harán crecer la burbuja especulativa. Es el desastre presente.
Al mismo tiempo, se impone -Basilea III- la capitalización como el baremo que mide la solvencia bancaria. Pero lo cierto es que el buen gestor bancario no es el que posee mucho capital sino el que exhibe poca morosidad. El hoy mencionado Alfredo Sáenz, a quien nadie niega una enorme capacidad de gestión, repetía que llevo décadas en este oficio y nunca nos habíamos preocupado tanto del coeficiente de recursos propios.
Las nefastas consecuencias de Basilea III serán dobles: por un lado, es una forma de destruir los bancos y cajas de ahorros pequeños y crear monstruos bancarios, monstruos que conforman un oligopolio financiero y de acceso al crédito. Y recuerden: lo pequeño es hermoso y sobre todo, es más justo.
Por otra, aumentará la propiedad financiera, que es propiedad fiduciaria. El ejemplo más simple: si usted compra un paquete de acciones del BBVA, por importante que sea, aunque supere al que posee el propio presidente y todo el Consejo de Administración junto, descubrirá que no manda un pimiento en el BBVA: el que manda es FG. La única propiedad privada real es la que se utiliza, la que se toca: el hogar, el pequeño negocio, el despacho, etc.
Hemos creado el darwinismo financiero donde el grande no sólo se come al chico (eso ha ocurrido siempre, sino que, como todo darwinismo, no deja de ser una competición de asesinos. Así que ya lo saben: mi ideal bancario sigue siendo la Caja de Ahorros de Pollensa.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com