Querido Enrique de Castro:

Me dirijo a ti tal como soy, hermano tuyo en el sacerdocio, sin ánimo de aleccionarte, ni corregirte, sino sólo de reflexionar juntos sobre lo que estás viviendo y que te afecta a ti y demás curas madrileños. Por amor a la brevedad, puntualizo algunas cosas que se oyeron en el programa "59 segundos" de TVE1, en el que interviniste en la madrugada del pasado miércoles.

1- Mostraste ser un cura de gran corazón e inconformista con la Iglesia actual. Sabes que sólo los grandes santos se han atrevido a reformar los fallos institucionales de su Iglesia.

2- Conoces que la Iglesia de Jesús, no es, ni ha sido, ni será democrática. Cabe en ella la consulta, el diálogo, la controversia etc, pero la decisión la toma siempre la Jerarquía.

3- Si se dan conflictos en ella, no se solucionan "negociando", sino dialogando y luego obedeciendo. Posturas de "resistir", de "rebeldía", "no nos moverán", no son cristianas.

4- La Eucaristía, la liturgia, los sacramentos, no son patrimonio de nadie en particular, sino de toda la Iglesia. Merecen todo respeto, amor y aceptación por parte de todos.

5-Tu opinión:"Somos críticos con el poder del Vaticano que se opone al Evangelio de Jesús", la juzgo injusta, exagerada, irrespetuosa y no propia de un sacerdote leal.

6-Todas las parroquias y sacerdotes, trabajamos por los pobres.., y por los ricos y por los sin fe, sin gracia de Dios, sin salud , sin techo, sin cultura, sin familia, sin amor etc..

7-Acomodar la liturgia a la gente no significa hacer mangas y capirotes de lo que a cada cura le parece mejor en las celebraciones que preside por delegación de su obispo.

8-Los enfrentamientos, rebeldías, desuniones, escándalos, pecados etc., van contra la unidad y prestigio de la Iglesia de Jesús: una, santa, católica, apostólica y romana.

9- La interpretación del Evangelio, del Magisterio, de la Tradición, de los Concilios, de la Moral católica no está al albur de cada persona, sino de la autoridad legítima.

10- La presencia de Jesús en la Eucaristía, para todos los católicos, no es meramente simbólica, temporal o mística, sino real, sacramental y personal. Es dogma de fe.

11- La verdadera teología, así como la verdadera liberación global, es la que Cristo nos trajo con su muerte y resurrección al librarnos del mal, de la muerte y del pecado.

12- En la viña del Señor todos somos necesarios, nadie es imprescindible. Sin humildad, obediencia y oración de fe, nada podemos ni somos ante Dios, autor de todo bien.

Cuenta con la oración, aprecio y admiración de este hermano tuyo sacerdote, que como tantos cristianos madrileños, sólo buscamos la gloria de Dios y el bien de la Iglesia.

Miguel Rivilla San Martín

miriv@arrakis.es