Perdóname, Señor. Te pido perdón. Ya no sé muy bien lo que siento. Pero no es nada bueno. Ante la excarcelación de De Juana Chaos no siento respeto por un hombre llamado José Luis Rodríguez Zapatero. No puedo sentir respeto hacia un gobierno que humilla a las víctimas de ETA y doblega a España ante los criminales etarras. Perdóname, Señor.
Ha habido momentos difíciles en la travesía democrática de España. Los ha habido y afortunadamente recordamos que para solventar aquellos innumerables escollos fue necesaria la unidad democrática.
Se consiguió porque entre todos trabajamos muy duro en pos del éxito, de la unidad, de la modernidad, de la solidaridad, del respeto hacia nuestra amplia y variada riqueza cultural.
Sin duda de ningún tipo, este es el peor momento de la democracia. Aunque los socialistas aseguren que el Estado de derecho funciona, millones de españoles no nos dejaremos engañar. Ya no funciona.
Si un sanguinario asesino tiene la fuerza suficiente para poner de rodillas al Gobierno de la octava economía más importante del mundo, es que ese Estado de derecho se tambalea, se hace añicos. Cual castillo de naipes, se desmorona ante la mirada atónita de un pueblo que quiere vivir en libertad.
No hay que ser imprudentes. Ahora más que nunca es necesaria la cordura, la sangre fría, la moderación y la templaza, pero, al mismo tiempo, se torna imprescindible la muestra inequívoca del más profundo y democrático rechazo hacia una decisión ignominiosa.
Las calles, las plazas, los colegios, España toda debe decir no; no al hombre que nos azota con su mediocridad intelectual y con su terror sin medida hacia ETA.
De Juana Chaos, no lo dudes, volverás a la cárcel. Volverás al lugar del que nunca debiste salir. Volverás a pagar por tus crímenes. Quien te da aire de libertad lo pagará con creces en las urnas. La democracia de las personas de bien vencerá a ETA y derrotará a José Luis Rodríguez Zapatero.
No hay humanidad en esta decisión. Puede que existan muchas razones inexplicables para poner en tales condiciones a un hombre (¿hombre?) que nunca saciaba su apetito de beber la sangre de los inocentes.
Zapatero tiene en el corazón la hediondez política más cruel, porque crueldad hace falta para no escuchar la pena de un pueblo, el rechazo de un pueblo, el asco de una nación que, en sus manos, por primera vez, ha cedido ante ETA.
Lorenzo de Ara
aracipriano@hotmail.com