Es gracioso que los ecologistas que denuestan la globalización consideren que el petróleo es el acabóse de todos los males, una verdadera "droga", como afirma Susan George, vicepresidenta de ATTAC Francia, mientras intentan relanzar el gas como alternativa. Lo cierto es que el gas no contamina tanto como el petróleo, pero, por el momento, el gas es el principal esclavo del petróleo y de la OPEP, con precios indiciados, es decir, dependiente, de los del crudo. Y hay más, porque el peligro real (de esto saben mucho en las petroleras) es el de que se forme un cártel del gas, una nueva OPEP, donde confluyan los intereses de países como Rusia, Argelia, Irán y Arabia Saudí, todos ellos muy recomendables para cualquier tipo de violencia en el planeta, sea bélica o terrorista.
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¿De la OPEP al cártel del gas?
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