Es un hombre con mucha inventiva. Por eso, el corresponsal del diario El Mundo en Estados Unidos, Carlos Fresneda, nos informa que un grupo de distinguidos investigadores teme que la reelección del presidente suponga un retroceso para la ciencia. Observen el genial hallazgo periodístico. Hemos pasado de los Prestigiosos Científicos PCs- a los Distinguidos Investigadores DIs-. Renovarse o morir, y El Mundo ha decidido que lo de prestigiosos científicos empezaba a desprender un peligroso olor a rancio, y como no hay nada más cursi, hortera y relamido que el universo progre, hemos decidido cambiar: ahora son distinguidos investigadores o DI, concepto que evoca los elogios de la condesa: Es una dama muy distinguida. O mejor: ¡Qué entereza de mujer! Pues eso, ¡qué entereza de científico!

Por cierto, que el amigo Fresneda titula de esta guisa: Los científicos de EEUU, asustados por la victoria de Bush. ¿Todos los científicos? Absolutamente todos, oiga usted. De hecho, dado que los negros están contra Bush, los hispanos están contra Bush, las mujeres están contra Bush, los jóvenes están contra Bush, los pobres están contra Bush, los intelectuales están contra Bush, los sindicatos están contra Bush, los ecologistas están contra Bush y los científicos están contra Bush: ¿Quién puñetas votó a Bush el 2 de noviembre?

Pero a lo que estamos, Manuela, que se nos va la tarde. Pues resulta que los DI están muy preocupados, porque con Bush, es claro, la ciencia va a retroceder. Lo que no me queda claro es si lo que va a retroceder con el amigo George es la ciencia o las subvenciones públicas para los DI. Es lógico que hombres sobre los que pesa tamaña responsabilidad tiendan a confundir la ciencia con su propio trabajo, y en especial con su propio sueldo, pero el lapsus es comprensible, casi diría lógico, casi diría científico.

Naturalmente, uno llega a PC o a DI porque el poder, es decir, los editores, le han otorgado el título. Antaño, y hasta el mismísimo siglo XX, eran los Reyes quienes otorgaban los títulos nobiliarios: uno era marqués, conde, duque o vizconde por herencia y por la gracia real. Pero ahora no. Ahora, la herencia ya no se estila, y uno llega a PC, o DI, o IC (Intelectual Comprometido), porque así se lo otorga Jesús Polanco o Juan Luis Cebrián, pongamos por caso. Por eso, si Carlos Fresneda desde El Mundo afirma que todos los científicos están contra Bush, es porque están contra Bush y no se hable más. Nobleza obliga.

¿Y por qué están contra George? Buena pregunta. Naturalmente, están contra Bush porque no les permite trocear embriones humanos, un hobby tan inocente como el de hacer castillos de naipes o completar puzzles. Lo que quiero decirles es  que si los DI lo dicen es porque todos los científicos consideran que, por mor de la diabólica victoria electoral de Bush, resulta que toda la ciencia, insisto, todo, va a volver a las tinieblas del más oscuro pasado. Pongamos de la Edad Media, o así. Si los DI consideran que o destripan embriones o volvemos al Pleistoceno Inferior, que nadie se atreva a dudar de su palabra, panda de reaccionarios cavernícolas.

Naturalmente, Fresneda, agobiado por la defensa de los DI ante el ataque inmisericorde y cruel del amigo George que se niega a soltar la tela, el muy, no ha tenido tiempo para recordar que la ciencia puede avanzar sin destrozar personas, utilizando las células madre adultas, pero en la guerra no hay tiempo para matices. Es más, el ejemplo que expone Fresneda es el de Kevin Knobloch, presidente nada más y nada menos que de la Unión de Científicos Preocupados, o sea la famosísima UCP, que, asimismo, evoca aquella formación política que se presentó a las últimas elecciones en España bajo la denominación de Ciudadanos Agobiados y Cabreados.

Es sabido que no existe nada más rastrero y servil que un científico en busca de subvención pública. Lo que yo no sabía es que los distinguidos investigadores han cambiado de táctica. Ya no alaban a políticos y empresarios para que suelten la guita, el parné, sino que han decidido pasar de la mendicidad a la extorsión, procedimiento mucho más eficaz. Es decir, o sueltas la mosca o los distinguidos investigadores te calificarán de cavernícola vulgar y ordinario, hombre soez y de baja ralea. Para mí, que la nueva táctica se la ha enseñado Pedro José, aunque el inventor, el genuino, es Jesús Polanco, ese hombre insigne que superó el o me das o te atizo, al si no me das, nunca dejaré de atizarte.

Los sacrificios que exige la ciencia.

Eulogio López