Cincuenta años después del histórico abrazo de Pablo VI con el Patriarca Atenágoras en Jerusalén, el Papa Francisco y el actual Patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, se han encontrado esta tarde junto al Monte los Olivos donde han firmado una declaración ecuménica.
Los máximos representantes del catolicismo y de la ortodoxia no se limitan a rememorar aquel encuentro que desatascó unas relaciones prácticamente bloqueadas desde hacía siglos. La presencia de ambos hoy en Jerusalén es ya toda una declaración de intenciones sobre la voluntad de ambas Iglesias de culminar el camino hacia la plena unidad de los cristianos, por la que Jesucristo pidió en el Cenáculo.
Mucho han mejorado las relaciones en estas cinco décadas. Esperemos que este sea un paso definitivo.
Pedro J. Piqueras Ibáñez