Tenemos que hablar más y querernos más. Al parecer, esa es la frase que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, le trasladó al presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Rouco Varela, cuando le llamó para interesarse por su salud (el cardenal de Madrid acaba de ser operado de un riñón). Creo que ya les he contado cómo los cabritos de los periodistas parlamentarios afirman que la oratoria de Zapatero se parece mucho a la de un concurso de belleza, porque siempre que la aspirante a Miss coge el micrófono afirma algo parecido a est Lo que más deseo es la paz en el mundo.

No, no puede ser cierto. Si lo fuera, Rouco podía haberle respondid Eso está muy bien, pero como dice el viejo refrán español, obras son amores y no buenas razones. E incluso podía haber acudido a otro aforismo, aquel de A Dios rogando. Un consejo que, además, hunde sus raíces en la historia española reciente. Ocurrió cuando el actual monarca ya contaba con descendencia femenina (las infantas Elena y Cristina), pero le faltaba un varón. Fue entonces cuando, en una recepción, el monarca saludó a quien había sido su preceptor y valedor, el ministro de Franco, Laureano López Rodó, conocido por sus despistes cósmicos. López Rodó le preguntó al futuro rey cómo marchaba todo y éste le confesó su preocupación por la falta de un heredero. A lo que don Laureano, muy compungido él, comentó : Pues ya sabes, hijo, lo que siempre te he aconsejado: A Dios rogando y con el mazo dando, frase sobre la que hubo dos tipos de interpretaciones: la de don Laureano y la del resto de los españoles.

Ahora, por fin, comprendo la clave de la política zapateril, que hasta el momento se me escapaba. El asunto no está ni en el diálogo ni en el talante, sino en el amor. Lo que ocurre es que tanto el diálogo como el talante, como el amor, son a posteriori. Por ejemplo, primero te arreo una bofetada en forma de matrimonio gay y luego te ruego que dialoguemos sobre cómo aplicarlo. Primero te advierto que voy a ampliar el aborto y luego te ofrezco talante negociador. Primero te anuncio una ley sobre eutanasia y luego te prometo amor eterno. O sea, lo de Gila: Me habéis matado al hijo, pero lo que me reído.

Insisto, el mejor dibujo de Zapatero es Mr. Bean: ignorante, insensato y malicioso. Es curioso, cuando comentas estas tres características, casi todos están de acuerdo en las dos primeras, pero discuten la tercera. Puede ser tonto -te vienen a decir-, pero no malo. Lo que no sé si es peor, porque ya saben en qué se diferencia un tonto de un mal El malo descansa.

Como dice un colega argentino, merece la pena vivir hoy en España: se vive un proceso sociológico apasionante. Un proceso de degradación, ciertamente, pero, sin duda, sociológico y muy, muy apasionante. Para mí que me lo dice de coña como el amor de Zapatero.

Eulogio López