Sr. Director:
La crisis que nos invade y que, si no se remedia casi nos destruirá, viene causada por la hipertrofia y el mal funcionamiento de llamado sistema financiero; los que ahora se conoce como "los mercados", o lo que es lo mismo el bíblico Becerro de Oro.

 

El sector financiero ha dejado de ser un instrumento de la economía productiva y se ha convertido en un fin en sí mismo. Algo parecido a los que siempre pasa en estas desoladas hispanias con las administraciones públicas, que tienden a agigantarse a la mínima oportunidad. Entre ambos parásitos ahogan a la sufrida economía real, y así nos luce el pelo, en el caso de que lo podamos conservar.

Resulta que para salvarse de la quiebra en la que la mala cabeza de sus directivos han llevado a cajas y bancos, estos dejan de cumplir su función de alquilar dinero y colapsan la economía real.

Por otra parte, las múltiples y elefantiásicas Administraciones Públicas, para salvarse y poder seguir sirviéndose del Estado, absorben todo el dinero que debiera lubricar la economía del país.

Para completar el cuadro una legislación laboral obsoleta complica aún más la situación.

Cierto que es preciso reformar esta legislación, pero no solo en el tramo privado. Mucho más en los referente a las llamadas Administraciones.

Pero lo que es realmente imprescindible es reformar, controlar y embridar el llamado Sector Financiero, para que deje de especular y se centre en sus auténticas funciones y, también, modernizar y racionalizar, si esto fuera posible, el Sector Público para que sirva al país, no al revés como viene ocurriendo desde la decadencia del Imperio Romano, si no antes.

José Luis de La Viña