La progresía siempre emplea el mismo truco. En su obsesión por aniquilar a la raza humana como los progres no le encuentran sentido a la vida, están bastante amargados, por lo que su opción última radica en que el mundo se autodestruya a través de la anticoncepción, el aborto y la homosexualidad- considera que los derechos humanos sólo tienen sentido para el humano ya nacido. Aquí el que no llora no mama, y el feto no puede llorar.
Perú es un buen ejemplo de lo que digo. El ex dictador peruano Alberto Fujimori es acusado ahora por toda la progresía por los atentados contra los derechos humanos cometidos durante su mandato, pero cuando estaba en el poder la diplomacia internacional alababa al modernizador del Perú. La razón era muy sencilla: el progresista presidente Fujimori, con quien ningún líder europeo tenía recelos en entrevistarse, se aplicaba con entusiasmo a la anticoncepción. Durante su mandato, más de 300.000 mujeres fueron esterilizadas a la fuerza.
Las esterilizaciones masivas son otra forma de refinado genocidio machista, que consiste en suprimir la capacidad generativa de la mujer, y que por machista el feminismo aplaude con entusiasmo.
Por todo ello, el Nuevo Orden miraba hacia otro lado cuando el dictador peruano se pasaba de rosca y asesinaba estudiantes o ejecutaba a colaboradores del sangriento grupo terrorista Sendero Luminoso.
Pero en cuanto se pasó de la raya, y sus modales autócratas no pudieron ser disimulados, el Nuevo Orden prescindió de él, pues se había convertido en un personaje maloliente. El Nuevo Orden utiliza a sus peones con una crueldad feroz. La transmutación del peruano ha sido tan espectacular como la de la paloma ciudadana, que ha pasado de símbolo de la paz a rata del aire en pocos meses. Fujimori ha pasado de ser el modernizador del Perú a un genocida sin escrúpulos.
No está mal.
Eulogio López