El PSOE está desatado contra la jerarquía católica española porque la concentración del pasado 30 de diciembre en Madrid -en plenas vacaciones de Navidad- no fue un fracaso, y eso siempre molesta a las almas laicas. El ministro de Justicia, un tipo que si hubiera vivido en 1931 habría callado ante la quema de conventos y los fusilamientos de católicos, ya habla de nacional-catolicismo, ha dicho que vuelve al nacional-catolicismo, Pepiño Blanco –esto es lo más grave- amenaza con apostatar. En el club de matones del ZP, no podía faltar el portavoz parlamentario Diego López Garrido, quien amenaza a la Iglesia con responderle "desde la política". Esto, sin duda alguna no habrá dejado dormir a más de un clérigo. Mientras, El País, que desde que está controlado por el lobby gay no jalea la quema de iglesias porque no se atreve, pero jalea a ZP y De la Vega para que la arreen duro a los curas, que andan muy crecidos. En definitiva, que vamos a vivir unas elecciones cristofóbicas e incluso cismáticas, si el padre Pepiño se da de baja. Según el PSOE, con el acto del día 30, lo único que ha hecho la Iglesia es apoyar al Parido Popular. A ver, el Obispado de Madrid, organizador del acto, ha hecho todo lo posible para que el PP no se aproveche de la multitudinaria concentración. No hubo tribuna de autoridades, se prohibieron las banderas de España -y casi todo el mundo obedeció- y la responsable de la transmisión, Popular TV, hizo un trabajo formidable, sin enfocar a los políticos presentes, y sólo cometió un error -una vez- al enfocar a Jaime Mayor Oreja, eurodiputado del PP. Mayor despolitización no se puede pedir. Pero es que, además, el PP no se va a llevar muchos réditos del éxito conseguido por la Iglesia. Por su parte, el PSOE, tras las baladronadas de Pepiño, Bermejo o Garrido, el "comunicado" del Partido ha resultado bastante más comedido. Y es que hasta Pepiño sabe que, cuando el PSOE haya desaparecido, la Iglesia permanecerá en pie. Pero, en el entretanto, hay que fastidiar todo lo posible. Público, el periódico que convertido en el mejor órgano de propaganda del PSOE -al menos en calidad, que no en cantidad- se ha dirigido al PP para decirle que, caso de ganar las elecciones, harían cambios en la legislación sobre el aborto o sobre el gaymonio. Y, naturalmente, los chicos de Mariano Rajoy han dicho que ni lo tocarían. Como hizo Aznar, en cuyo mandato se multiplicaron los abortos en España y comenzó a repartirse la letal píldora postcoital. Por tanto, el exitoso acto convocado por el Obispado de Madrid el pasado día 30, festividad de la Sagrada Familia en España nada tiene que ver con el Partido Popular, y sólo beneficiará a Rajoy en el caso de que todavía haya muchos tontos dispuestos a funcionar con la teoría del mal menor. Personalmente, me ratifico en que lo mejor que le puede pasar al voto católico es que el PP se estrelle electoralmente, que le suceda algo similar a los de la UCD en 1982 y obligar así a que nazca una opción simplemente más coherente con la mayoría del pueblo español. Porque si hay una mayoría social en España, esa es la de los -vamos a poner 10 millones- que pierden todos los domingos una hora de su día de descanso para acudir a algo humanamente tan aburrido como la Santa Misa. Si no se produce ese deseable descalabro del PP, si el PP  continúa perdiendo por la mínima, seguiremos prolongando la agonía de los principios cristianos en la vida pública española. En el entretanto, convendría que los católicos no fuéramos tan ingenuos como para sacar el termómetro y mirar si la palabra de éste o aquel obispo tenían intencionalidad política. No porque esté mal -que lo está- sino porque es propio de cretinos. Ese papel se lo dejamos a las almas laicas del PSOE y del PP.   Aquí, lo único que hay que desear es que la Iglesia repita una concentración en apoyo a la familia cristiana... dentro de un año. Eulogio López eulogio@hispanidad.com