Todos los católicos asumimos la obligación moral de proteger y tomar parte en todos los eventos que ultrajan la sociedad en la que vivimos.
Hoy la humanidad precisa de nuestra presencia activa. No solo para zaherir, condenar y detener las infamias, las agresiones que se perpetran contra la dignidad de la persona e integridad moral y física de nuestra colectividad y la falta del libre albedrío o contra las intimaciones y obstrucciones a las que nos tienen habituados nuestros lideres políticos, hemos de salvaguardar los valores innegociables, como son la existencia humana, la familia o el derecho a la educación de los hijos, tan violados en la actualidad.El cardenal Julián Herranz hizo un claro llamamiento para que los católicos no se desentiendan de los temas deontológicos, éticos y morales, afirmando: "¡Cuánta cizaña, fruto de un apasionado fundamentalismo laicista y anticatólico, ha sido y es sembrado desde algunos medios y ambientes políticos! ¡Cuánta demagogia libertaria contra el mismo concepto, no sólo cristiano, sino natural del matrimonio, contra el valor social y la estructura antropológica de la familia, contra los derechos y la dignidad de los seres humanos!".
Clemente Ferrer Roselló
clementeferrer@yahoo.es