Sr. Director:
La derecha está llena de imbéciles. Más o menos, hay en esta España democrática (jajaja) millones de imbéciles; alrededor de diez millones que no se arrepienten de votar al Partido Popular y de creer, también, en ese tal ese Mariano que proclama que es más moderado que Zapatero, el pacifista mayor del reino.Felipe González es también un hombre de paz. Pero González sí que es sabio. Lo es de la Europa civilizada en la que se siente a gusto. Sin embargo, cuando pisa el suelo de su España socialista antes que marxista, no puede evitar recuperar un poco de su alegría proverbial, aquella que durante años sirvió para que los españoles miraran hacia otro lado y no se preocuparan de lo que ocurría a la sombra de un poder realmente cesarista.
Se nota que el PSOE está calmado, muy calmado. Se percibe en sus dirigentes y en sus viejas glorias que la calma es total en un partido que se sabe vencedor y que en esta campaña lo que hace es divertirse y humillar a la derecha antidemocrática.
Lo que pasa es que por mucho que abra la boca el sevillano de la tortilla, esos millones de españoles no van a cambiar su decisión. Ellos seguirán empeñados en intentar expulsar al socialismo del poder en España. Y lo que quieren hacer porque esos de diez millones de españoles sí recuerdan y tienen muy fresca en la memoria la imagen de una España endeudada, alejada de Europa, incumplidora de todos y cada uno de los parámetros necesarios para entrar en el selecto grupo de la UE, y con tasas de paro por encima del 22 por ciento, gracias sobre al buen hacer del señor Solbes.
Qué le vamos a hacer. Mientras González insulta, la derecha casposa y cuartelaria se dirige al ciudadano ofreciendo propuestas, sembrando España de sentido común y alejada de lo que en realidad quiere un socialismo que se refleja perfectamente en la boca de Felipe, nuestro Felipe.
El 9 de marzo nos jugamos algo más que la estabilidad de un país que ya está en crisis económica y también se encuentra a las puertas de padecer una grave crisis de valores. El 9 de marzo nos jugamos poder callar a los charlatanes que insultan y entretienen a una masa que no piensa; esa masa a la que siempre se arriman los que en realidad tienen pánico de perder el poder que les protege.
Lo llamó imbécil. Y la derecha calla ante el insulto y responde al pueblo. Mientras la tensión cobra fuerza, los demócratas sueñan con las urnas llenas de votos libres
Lorenzo de Ara
aracipriano@hotmail.com