Las conflagraciones armadas han liquidado a más de dos millones de críos, seis millones de lisiados y un millón de huérfanos en la última década. Han sido más de 15 millones de chiquillos expatriados. En toda la tierra hay más de 600.000 niños soldado y agonizan unas 10.000 criaturas por las minas antipersonas.
Forzados a ser soldado. Sierra Leona es un terruño en el que se ha anidado con brutalidad esta tribulación. Chiquillos y chiquillas han sido raptados desde los tres años, han sido martirizados y se ha abusado carnalmente para implantar en críos rencor y tendencia al asesinato. Violentados para ser espectadores del asesinato cruel de parientes, testigos de la destrucción de arrabales. Narcotizados con cocaína para perpetrar acciones militares salvajes.
Si bien el alistamiento de menores de 18 años, en las conflagraciones dotadas de armamento bélico, constituye un crimen de guerra, Amnistía Internacional ha revelado que en más de 35 terruños los ejércitos, las fuerzas paramilitares y los grupos armados de la oposición, descansan en soldados que no han cumplido los 15 abriles. La mayor parte de los muchachos guerrilleros son raptados o arrebatados a los institutos y de campos de expatriados.
Se dispersa a los chiquillos a primera línea de fuego, como patrulla y guardaespaldas; son cocineros o transportadores de armamento, el agua o los comestibles. Pero el caso de las chiquillas es peor, porque son las primeras atormentadas por los abusos carnales ejecutados por el resto de los reclutas que suelen originarles traumatismos penosos, embarazos irremediables y muchas dolencias, como el sida. Algunas crías han tenido que intervenir en actos sexuales y de canibalismo con los cuerpos de los adversarios ya cadáveres, bajo los efectos de las bebidas etílicas o los alcaloides.
El observador de Amnistía Internacional en África Oriental, Andrew Mawson, señala que estas actividades fanáticas están arruinando a toda una generación. La devastación de estas adolescentes vidas, afligirá a Uganda durante dilatados lapsos de tiempo.
Clemente Ferrer
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