¡Bien por el monje! Esto de que Occidente cierre los ojos a la mayor tiranía que existe sobre el planeta, entre otras cosas porque es la que tiraniza a mayor número de personas, tenía que romper por algún lado. ¿Por el Tíbet? Pues enhorabuena. Occidente lleva años cerrando los ojos a esta vergüenza mundial que es China, por el hecho de que representa un mercado de 1.100 millones de seres humanos. Los progres del mundo libre, los mismos que no aceptaban a un Pinochet que predicaba liberta económica pero no política, lo cual la progresía consideraba imposible e inaceptable -lo es- admite ahora a una China comunista y capitalista a un tiempo. Una tiranía miserable donde, eso sí, se pueden hacer muchos negocios, y que recuerda aquella genialidad de Chesterton: una cosa es defender la propiedad privada y otra defender la empresa privada. El ladrón, sin ir más lejos, puede ser un denodado defensor de la empresa privada y eso no le convierte en un defensor de la propiedad privada.
Pero lo de China va más allá, es mucho peor. Con crueldad oriental, el régimen de Pekín es consciente, más que cualquier otra autocracia, que toda tiranía precisa de una des-moralización del pueblo, porque la dimensión más importante de la persona, la que asegura la libertad, es la dimensión moral. Si destrozas la conciencia de tus subordinados serás dueño de sus manos, de sus mentes y de sus corazones.
Así, el mantenimiento de la tiranía comunista china no se apoya en la ocupación del Tíbet, casi una anécdota dentro de las barbaridades cometidas por el mayor asesino de toda la era moderna, el amigo Mao Zedong. Cuando menos, dos han sido los puñales liberticidas más eficaces Régimen chino:
1. Nadie como él ha perseguido la libertad religiosa, que es libertad de pensamiento y libertad de conciencia, aunque se concrete en libertad de culto. China no se ha conformado con encarcelar, torturar y asesinar a cualquier líder religioso, especialmente a los católicos, sino que ha creado una Iglesia paralela y un Dalai Lama paralelo. Los chicos del Partido Comunista chino son muy conscientes de que no hay arma maña letal contra la dictadura que la libertad de los hijos de Dios.
En segundo lugar, la política de un hijo por matrimonio, y aborto obligatorio al segundo -salvo en algunas zonas rurales, donde se permiten dos-. Una política que, por cierto, acaba de ser ratificada por la Asamblea del Partido Comunista Chino. No se trata, al menos no sólo, de la matanza, cobarde y masiva, de inocentes, sino de la des-moralización que implica el aborto para la mujer -también para el esposo, se supone- que ha asesinado a sus propios hijos. El síndrome post aborto rehúsa el consuelo, es una depresión letal, de la que es muy difícil salir y que suele conducir hacia el suicido o hacia la locura. Pues bien, en Occidente hay un porcentaje importante, aunque mínimo, de mujeres "zombies" por haber aniquilado a sus hijos. En China, son ya dos generaciones, caminamos hacia la tercera, marcadas por el estigma del aborto. Perdida su dignidad mediante el asesino de sus propios hijos, una sociedad es incapaz de oponer resistencia al tirano. O sea, China. Si encima están privados del consuelo de Dios... entonces la salida ya no es difícil: es heroica.
Las patadas del monje constituyen una anécdota, pero si esa anécdota sirve como espita para que plantar cara a ese mundo podrido y para que Occidente despierte y abandonen su egoísmo mercantil -el más cobarde los egoísmos- entonces... ¡bienvenidos sean los puntapiés gamberros emanados de los bajos de una sotana zen!
Eulogio López
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