Antonio Rodríguez Pina ya se ha hecho con todos los resortes de Deutsche Bank en España. Aunque en el organigrama Juan Carlos Garay sigue figurando por encima de él, lo cierto es que Pina ocupa el despacho de Garay y ya ha formado su equipo de confianza. Quienes decían que el hombre de los alemanes en España, que no se caracteriza precisamente por su simpatía, iba a comerse crudo a Rodríguez Pina, se equivocan.
Pero hay un pero. En Crédit Suisse, Pina se acostumbró a contar con la impagable asesoría de Jaime de Marichalar, esposo de la Infanta Elena, primogénita entre los hijos de los Reyes de España. En Crédit Suisse, Marichalar se convirtió en uno de los grandes conseguidores de operaciones, capaz de establecer contactos con cualquier empresa española o cualquier fortuna. Tras su matrimonio con la infanta Elena, siguió ejerciendo en la Fundación Winterthur y, aunque dejó de estar en nómina en Crédit Suisse, seguía cobrando por sus gestiones como asesor externo. Sin embargo, lo que al gran banco privado suizo le parece algo normal y positivo, a los alemanes del Deutsche no les gusta. Garay, naturalmente, se ha alineado con la postura institucional del banco, lo que ha dejado a Pina, lo que se dice, en fuera de juego.
El caso Marichalar con el Deutsche coincide con otro problema de imagen, que está causando más de un quebradero de cabeza con la Casa Real, especialmente porque los medios informativos se han cansado de mantener el pico cerrado sobre los dineros de la Zarzuela. Hablamos de Iñaki Urdangarín, esposo de la Infanta Cristina, vicepresidente del Comité Olímpico Español (COE) y al que aún le queda tiempo para colaborar con una empresa de patrocinio deportivo.