Cerca de un centenar de congresistas demócratas y 2 de cada 3 republicanos votaron no al Plan Bush para salvar bancos con dinero público.

O sea, que según los medios zapatistas, más de la mitad de la Cámara de Representantes USA son ultraconservadores o, simplemente, ultras. Bueno, y también, según El Mundo, es decir, el progresismo de derechas español, aún más lelo que el de izquierdas. Concluyendo, que USA es un país de fascistas. Dicen los progres que lo que ha ocurrido es que los congresistas tienen miedo a perder su escaño en las elecciones del 4 de noviembre -no sólo se renueva la Casa Blanca, sino también las cámaras-. Pues no lo entiendo: si el Plan es tan bueno para el pueblo, ¿por qué habría de molestar al pueblo? A lo mejor es que el Plan Bush sólo beneficia a los rentistas, pero no a los ciudadanos, que son la gran mayoría, en cuyo caso, los congresistas rebeldes estarán haciendo justamente lo que tenían que hacer.

Tengo para mí que, al final, el presidente Bush impondrá su lamentable plan, pero si el rescate de los ricos con el dinero de los pobres fracasara, podrían suceder cosas maravillosas. Verbigracia:

1. Los especuladores tendrían que convertirse en sujetos dispuestos a producir un bien u ofrecer un servicio, es decir, pasarían a la economía real y comenzarían a trabajar, fuera en la economía industrial o a la financiera, que también esta última puede ser economía real. Por ejemplo, dar créditos a las empresas para invertir o al ciudadano para que se compre su vivienda es economía real. Convertir en bonos ese paquete de créditos a las empresas o ese paquete de créditos a los ciudadanos ya no es economía real: es pura especulación, que en nada beneficia ni a la industria ni a la vivienda.

2. Los ahorradores exigirán saber dónde se coloca su dinero especialmente a los gestores de fondos de inversión y fondos de pensiones, y las autoridades y reguladores castigarán a los gestores que se burlen de sus clientes.

3. Si fracasa el Plan superaremos el tópico de que si se hunde un banco, se hunde el sistema de pagos del país. Ocurrirá lo mismo que cuando se hunde una empresa de patatas fritas: los trabajadores a la calle y el empresario embargado para pagar sus deudas. Es triste, pero necesario. Desde luego, el Estado no ayudará con 700.000 millones a salvar al sector de fabricantes de patatas fritas, un sector estratégico para la alimentación humana, como es sabido.

4. Fiscalmente, comenzará a distinguirse entre inversión y especulación, con la esperanza de que a la segunda se le empiece a freír a impuestos y a liberar a la primera, y este punto se convierta en la clave de la política fiscal.

5. El mercado primario, esencia de las bolsas, ya no representará el 1% de todo el flujo de dinero que se mueve en las bolsas, sino el 50%, que seria lo lógico. De la misma forma, volverá a premiarse el mantenimiento en el tiempo de la inversión en acciones de una empresa para cobrar su dividendo, y no digamos nada la participación en ampliaciones de capital.

6. Los jinetes del Apocalipsis (derivados, estructurados y capitalriesgo -siempre nos olvidamos de esta última rémora- así como los juegos con acciones, especialmente ventas a préstamos) serán prohibidos o gravados con dureza.

7. Los directores financieros dejarán de ser los amos de las compañías, ingenieros y comerciales tomarán el relevo.

8. El apalancamiento de empresas se reducirá, y los gestores pasarán a comportarse como las amas de casa: si ingresan 10 no gastan 20.

9. Esos mismos gestores desarrollarán estrategias tendentes, no a reducir los gastos, sino a aumentar los ingresos.

10. Lo más importante: ningún especulador esperará será salvado por el Estado. Para proteger al ahorrador más indefenso, se arbitrarán los fondos de garantía necesarios, dotados, naturalmente, por los propios intermediarios.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com