Ignacio y Manuel no se deciden, mientras el periodista trata de engatusar a Jaime Polanco y al viudo de Isabel, e introducir a Slim en el accionariado. Felipismo y Zapatismo libran su gran batalla en una PRISA en quiebra técnica. González, Slim y Cebrián cuentan con el apoyo de la vicepresidenta de la Vega y del ministro Rubalcaba. ZP, cada vez más distanciado de PRISA, apoya a Mediapro
La situación en PRISA está llegando al límite. El primer ejecutivo de la división audiovisual, antigua Sogecable, Javier Díez Polanco -conocido como Polanquín- insiste a sus primos, el presidente de PRISA, Ignacio Polanco y el consejero Manuel, para que cesen fulminantemente a Juan Luis Cebrián como consejero delegado. Cree Polanquín -cuyas relaciones con Janli nunca fueron buenas- que el periodista ha traicionado la confianza del fallecido Jesús Polanco, y que pretende hacerse con el control del Grupo introduciendo al mexicano Carlos Slim, asesorado por Felipe González en el accionariado de PRISA, tal y como ya hemos informado en Hispanidad (les recomendamos, asimismo, las informaciones de Capital Madrid al respecto).
Polanquín es consciente de que los hermanos Ignacio y Manuel Polanco sienten la tentación del rentismo y la de cesión de la gestión. Asimismo, también sabe que su otro primo, también sobrino por parte de padre del fallecido fundador de PRISA, Jaime Polanco, está siendo tentado por Cebrián para pasarse a su bando. Y, por si fuera poco, el viudo de Isabel Polanco, Alfonso López Casas, también es partidario de tomar el dinero y correr.
Díez Polanco insiste en que el plan de venta de activos, que no de acciones, tiene que seguir adelante, y que, al final, las relaciones con el Gobierno Zapatero podrían endulzarse sin desaparecer de en medio un personaje tan ensoberbecido como Cebrián. De igual modo, Polanquín insiste a Francisco Pancho Pérez en que, como albacea de su antiguo socio, su deber es continuar en la brecha. Además otra forma de aproximarse al Gobierno sería hacerle caso en su sugerencia de que Digital se lo endosen a Telefónica, a ser posible acompañada de Vivendi, no de Murdoch.
Mientras, Cebrián quiere cerrar cuanto antes la entrada de Carlos Slim en el accionariado de PRISA con un 33%, aunque el magnate mexicano no se conforma.
Además, Zapatero está cada vez más desilusionado con PRISA. Su apuesta es Mediapro-La Sexta, de sus amigos y asesores Miguel Barroso, José Miguel Contreras y Jaume Roures. Mediapro tiene avalados 800 millones de euros, entre otros para fútbol y Fórmula 1, y a partir de 2009 se puede disparar como negocio. Especificación importante, por cuanto, la influencia del comunista (así se califica él mismo) Jaume Roures es mínima: tanto La Sexta como Público no son sino panfletos al servicio del Gobierno ZP, nada que ver con el prestigio profesional de El País.
Y esto sucede cunado PRISA no consigue reducir su deuda, que roza los 6.000 millones de euros, al menos si se hacen bien las cuentas, con una reconversión laboral permanente y malvendiendo lo que lo que puede. Si PRISA fuera una compañía normal y no un núcleo de poder, ya hubiera prestado concurso de acreedores.