Toda esa campaña se resume en el editorial de El Mundo (lunes 27) que, en contra de lo que pudiera parecer, no ha sido firmado por ningún miembro de la familia Corleone. Lleva por título ¿Quién financia la basura en Internet?, y hablando de basuras hay que reconocer que no tiene desperdicio. De entrada, ejemplifica a la perfección el viejo dicharacho de que la política hace extraños compañeros de cama. Por ejemplo, Pedro José invoca en su auxilio a Juan Luis Cebrián (cosas veredes, Sancho) y al secretario de Estado de Telecomunicaciones, Francisco Ros, más que nada porque el periodismo digital se está convirtiendo en el foro donde más se golpea al Gobierno (por ejemplo, en esta página nos hemos pasado una legislatura arreando a Aznar y ahora hacemos lo propio con Zapatero), cosa que ni Pedro José ni Janli pueden permitirse: tienen demasiados compromisos, opuestos, pero igualmente férreos.
Según Pedro Jose, el mecanismo de funcionamiento de los llamados confidenciales es muy sencillo (no debe serlo tanto, dado que todos los grandes periódicos han fracasado en Internet: sólo han conseguido pérdidas y canibalizar su propio producto en papel): Un par de aventureros ponen en marcha su maquinaria de picar carnes ilegalmente roban contenidos a los medios que pagan a sus periodistas por producirlos. Esto es cosa de mucha risa, porque lo que sucede es justamente lo contrari los medios tradicionales, la prensa, lee el confidencial para buscar pistas. Los jefes de prensa empresariales, por ejemplo, dicen estar hartos de recibir llamadas como la siguiente:
-¿Es verdad lo que ha publicado el confidencial menganito esta mañana?
Si recibe el menor asomo de confirmación, amplia la noticia y publica unos gráficos estupendos. Dime de qué acusas...
Como muestra un botón asegura Pedro José-, día tras día una de esas webs denigra a este periódico con un anuncio de Telefónica al lado.
Eso no te lo admito Pedro José: Si te refieres a Hispanidad.com, te diré que nosotros no denigramos a El Mundo, sólo a tu persona. También te diremos que por nuestras críticas a Telefónica, la compañía nos castigó, durante dos años, retirándonos la publicidad, lo que no hizo contigo Pedro José, a pesar de saber que la publicidad impresa en El Mundo no sirve para nada, dada tu obsesión con cesar a César. Publicidad que volvió a Hispanidad hace tres meses escasos.
Y sí, te hemos denigrado bastante, porque lo que no se puede hacer es utilizar una asociación de accionistas para montar un caso judicial ficticio y cobrarse la cabeza de un empresario o un ministro. Yo comprendo, Pedro J., que tú vives de es cada seis meses, no más, necesitas cobrarte la cabeza de un poderoso, para reafirmar tu poder mediático, pero a los demás no tiene por qué gustarnos.
Lo cierto es lo que ya hemos repetido en distintas ocasiones: los señores de la prensa están cabreados con la prensa gratuita y la cibernética. La primera les quita dinero, les está echando del mercado. Por eso, en nombre de la libre competencia, Cebrián, Pedro José y compañía presionaron al Ayuntamiento de Madrid para que lanzara un Bando que conculca todos los principios del liberalismo económico desde Adam Smith hasta aquí. Pese a ello, no han conseguido parar a los gratuitos y ahora los grandes editores se disponen a unirse al enemigo lanzando gratuitos.
También, a través de Gedeprensa, comenzó la batalla contra el otro enemigo, la prensa digital, en este caso, con los resúmenes de prensa. La han perdido en el Tribunal de Defensa de la Competencia, pero aún quedaban los otros, los confidenciales y periódicos de Internet. Y así, en nombre de la deontología periodística, los mayores chantajistas del Reino acusan de chantajistas, a los confidenciales, porque cometen el gran error de insertar publicidad para financiarse. Pedro José solicita que el Gobierno arremeta contra los confidenciales por ilegales. Pero como sabe que el asunto no se sostiene, prefiere amenazar a los responsables de Comunicación de las grandes compañías. Ojo al dat Más importante aún es que nos fijemos en cuáles son las empresas privadas que ponen su nombre junto a la ciberbasura. La amenaza es inequívoca: Ojo, Corte Inglés, ojo, SCH; ojo Telefónica; ojo, BBVA; ojo, Caixa; ojo, Repsol. Si no ahogáis económicamente a estos mequetrefes que se atreven a analizar la realidad (tarea que debe quedar reservada, supongo que en nombre de la libertad de prensa, a los medios solventes), arremeteremos contra vosotros. Naturalmente, el chaval no es tonto, y centra su ira en los dircom (jefes de prensa), no en los presidentes. Entre otras cosas, porque si, Pedro José, pongamos un ejemplo, arremetes contra Emilio Botín, a ver quién es el guapo que te financia. No ya tus suplementos culturales y demás objetivos invendibles, sino tus inversiones personales y acciones de El Mundo, con las que no sólo has conseguido importantes plusvalías, sino mantenerte en el sillón tanto tiempo.
Por cierto, no me resisto a recordar otra cita del mismo editorial. Para separar a los buenos de los malos, Pedro José aplaude la labor de dos medios electrónicos, precisamente los dos medios que recuerdan lo de aquel director de diario que jamás cogía el teléfono, no fuera a ser una noticia. Uno de ellos, por cierto, es obra del periodista que le ha abierto a Pedro José el micrófono de una emisora, a cambio de lo cual Pedro José le permite escribir en El Mundo. Do ut des.
Dime de qué acusas y te diré de qué adoleces. Los grandes editores, de profesión sus chantajes, acusan de chantajistas a los enanos que surgen en la Red y a los que no pueden controlar. Los señores de la prensa, maestros en moldear la normativa de los Gobiernos a su antojo, a costa de presionar a la izquierda y la derecha políticas, acusan de presiones inconcebibles a los mindundis neonatos de la WWW. Los presidentes de los grandes multimedia, plutócratas de la peor especie (yo diría que bastante peores que los financieros, porque son más poderosos que ellos), acusan al nuevo periodismo de venderse al poder. La razón de todas esas incongruencias es muy sencilla: Internet ha roto el Sistema Informativo vigente. Ahora, cualquiera que tenga algo que contar no necesita 20 millones de euros para poder contarlo. Y todo lo demás es humo. Es lógico que a los amos de la industria cultural una situación tan incontrolable como Internet les produzca pánico y se líen a insultar. Por cierto, el fenómeno no ha hecho más que empezar. Por el momento, el periodismo digital apunta hacia el corazón de la prensa escrita. A medida que la técnica se abarate, la radio y la televisión sufrirán el mismo ataque. Entonces, no será Pedro José quien brame, sino Polanco, José Manuel Lara, Iñaki Gabilondo o Carmen Caffarel.
En cualquier caso, si tan malos somos, si tan poca audiencia tenemos, si tan faltos de rigor andamos, si nadie cree lo que publicamos: ¿A qué vienen tantos insultos, Pedro José, Janli y compañía?
Eulogio López