Recibo el siguiente comentario de Rafael García sobre mi artículo el dios-Mercado.

Sr. Director, ¿cómo puede decir que el caso del Banco Popular era cierto? De verdad cree que los Mexicanos son tan estúpidos de querer comprar Popular a 14€ por acción? Seamos más serios, lo de Popular fue una trini-broma, y se la colaron a muchos medios, no sólo a Negocio (elconfidencial.com y el suyo, por ejemplo). Es de sabios corregir y admitir la verdad.

Mi respuesta:

Pues claro que era cierto. Era cierto que Trinitario Casanova tenía un problema: había comprado con créditos -del propio banco- acciones del Popular, y era cierto que necesitaba vender por encima del mercado para recuperar sus euros. Para eso se buscó a un banco de inversión, dispuesto a financiar una compra por encima del precio de Bolsa con tal de obtener una participación de control y revender a un tercero. Lo de mexicanos es tan sólo porque se gestionó con la sucursal de ese banco de inversión en México DF.

Los mexicanos no eran tontos. Pretendían hacer lo mismo que Sacyr en Repsol o que Entrecanales en Endesa (y a éste le salió bien): pagar un sobreprecio con tal de obtener el control, sea para quedarse o para traspasar el negocio. Y lo mismo hizo Florentino Pérez con Fenosa. De broma nada.

Mi conclusión: Trinitario pretendía hinchar un valor y debe ser castigado por ello... pero no el medio que, simplemente, contó lo que estaba pasando. Es decir, contó la verdad. Y mi tesis es que si la verdad modifica una cotización, peor para la cotización. En mi opinión, Trinitario es culpable, Negocio es inocente. Y la CNMV debería castigar al primero, no perseguir al segundo.

Así que no veo mucho que corregir. Quien debe rectificar es la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), dejar de perseguir a periodistas y perseguir a inversores e intermediarios que utilizan métodos espurios para lucrarse.

Lo de Almirall fue peor. En ese caso, otro banco de inversión, de cuyo nombre no quiero acordarme, se inventó una OPA para vender un paquete de Laboratorios Almirall al que se había quedado enganchado e Intereconomía lo difundió (supongo que porque se lo filtraría tan prestigioso banco de inversión norteamericano) un día antes de que se hiciera pública otra noticia, en este caso negativa para la empresa, y se derrumbara la acción. En definitiva, vendieron con un subida del 20% a unos incautos que, 24 horas después vieron cómo su compra se devaluaba un 40%. Pues bien, la CNMV, en lugar de perseguir al banco de inversión, el que metió la mano en el bolsillo de los accionistas, persigue a Intereconomía por contarlo: ¡Genial!

El dios-mercado consiste en divinizar la correcta formación de precios y censurar a quien lo cuenta. Es lo que hace la directiva europea, lo que hace la transposición al ordenamiento jurídico español y lo que está haciendo el señor Julio Segura, presidente de la CNMV, que se movería a sus anchas en la Prensa del Movimiento, con un lápiz rojo en la mano. Es sacerdote del dios-mercado.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com