Sr. Director:
Siempre que se produce un desastre nos estamos familiarizados con el siguiente comentario: "Las víctimas han tenido que ser ayudadas por psicólogos".


Tengo toda la impresión que eso responde a que se ha reemplazado el consuelo y la fortaleza verdaderos que vienen de Dios por un acto "profesional", algo que tiene que ver con unas "técnicas" (de respiración, relajación, auto superación, duelo, etc.), y unas palabras más o menos prefabricadas (la terapia psicológica), cuando no "unas pastillas".

Evidentemente, esto es una visión reduccionista (minimalista y parcial) del ser humano. La ayuda espiritual, emocional, psicológica y/o material que los hijos de Dios pueden prestar a sus semejantes ya no está de moda, ¿por qué? Porque los verdaderos hijos de Dios no abundan. Es por esto que se ha sustituido lo que Dios hace por medio de sus hijos, se ha instrumentalizado y puede hacerse por los hombres (pasen o no por un suceso aflictivo o estén sufriendo) por algo meramente accidental, circunstancial, periférico, no esencial. Es como sustituir la comida por un chicle.

El hombre, en su estado natural (es decir, sin convertirse a Dios, y ser transformado por Él), sólo se mueve en las coordenadas de lo terrenal. Todo lo que percibe, evalúa y hace se rige por parámetros materiales, ya sean mecanicistas (positivismo, pragmatismo, hedonismo, consumismo, etc.), o humanistas (racionalismo, filantropía, diversas filosofías, el psicoanálisis, la terapia de la Gestalt, etc.), pero todo ello impregnado de egoísmo y corrupción moral, además de su miopía espiritual. A nadie se le escapa que muchas ONGs y otras asociaciones benéficas son sólo la tapadera (o el mecanismo) para que sus promotores tengan beneficios materiales.

Suso do Madrid