Mientras, Zelaya, con el apoyo sandinista y bolivariano, trata de provocar una guerra civil en Honduras

La vicepresidenta primera del Gobierno, desde Costa Rica, claro está, ha lanzado un diplomático insultó al presidente de Honduras, Roberto Micheletti. Como mediadora, esta chica es genial.

No sólo eso, sino que De la Vega anima a que una nueva delegación de hombres buenos viaje a Honduras. Los tales hombres buenos son José Miguel Insulza, secretario general del la OEA, el socialista chileno que se portó como un déspota durante su primera visita a Tegucigalpa, y al que los hondureños no quieren volver a ver ni en pintura. El segundo hombre bueno sería el costarricense Óscar Arias, cuya mediación consistió en exigir a los hondureños que repusieran a Zelaya en el poder a cambio de nada y el ministro español Miguel Ángel Moratinos, el hombre que se abraza con el dictador venezolano Hugo Chávez -el que financia a Zelaya y amenaza con invadir Honduras- mientras arremete contra los golpistas.

Es decir, el Gobierno español alienta a un Zelaya que está intentado, con apoyo sandinista y financiación venezolana, crear una guerrilla en la frontera de Nicaragua y propiciar una guerra civil en el país... al que tanto ama.

¿Se imaginan ustedes a un Zapatero que desobedeciese al Congreso, unido contra él -incluidos miembros destacados de su propio partido-, desobedeciese al Tribunal Constitucional y utiliza a milicianos para sacar las urnas de los cuarteles por la fuerza? Pues ese es Mel Zelaya.

De la Vega aprovecha de forma repugnante la ayuda al desarrollo que los españoles, no ella. Pagamos a Honduras a cambio de quitar y poner presidentes, en este caso, aprendices de dictadores.

Está claro que Micheletti debe convocar elecciones libres en aplicación de la constitución hondureña, es decir, con limitación de mandatos.