Es discutible, pero no descabellada, la teoría de que las Diputaciones pueden asumir muchas de las funciones de los pequeños ayuntamientos.
La realidad es que los gobiernos provinciales están en manos de gestores de chirigota, políticos profesionales apartados allí por sus propios partidos para no molestar, incapaces de la seriedad y agilidad que exigen en estos momentos las decisiones ejecutivas.
Alberto Asensi Vendrell