Hoy día, cuando el éxito profesional, el individualismo y la autosuficiencia se imponen como bandera del progreso social, ser madres no está bien visto. Y si se trata del ámbito laboral, menos todavía.
Reproducimos, a continuación, un texto extraído de la web Yoinfluyo.com, en el que se relata la discriminación laboral que sufren las mujeres que son madres o tienen intención de serlo. La autora afirma que la mujer se ve obligada a elegir entre dos derechos básicos: el derecho al trabajo y el de crear una familia. Una discriminación de la que no hablan las feministas.
Sr. Director:
La maternidad cumple una función social y no es solamente una cuestión personal o circunscrita exclusivamente al ámbito de lo familiar. Así lo ha reconocido
Sin embargo, no hemos avanzado significativamente en este sentido. Hoy por hoy, existe la contratación discriminatoria en función de una maternidad potencial o actual. La mujer por su condición y ante la perspectiva de ser madre se le percibe como una amenaza y, concretamente, como una amenaza a la productividad. La exigencia de la prueba de no embarazo como requisito para acceder, permanecer o ser promovida en el empleo constituye la más clara evidencia de esta discriminación que impone prácticas que interfieren en la vida privada de las trabajadoras. Desde tomar la decisión de no embarazarse si se quiere encontrar un trabajo, hasta posponer indefinidamente un embarazo para permanecer o progresar en el empleo. Pareciese ser que dos derechos fundamentales como lo es el derecho al trabajo y el derecho a formar una familia son irreconciliables para la mujer. ¿Acaso se trata de elegir un derecho y consecuentemente renunciar al otro?
(Texto completo).
María O. Reyes
www.yoinfluyo.com