Es lógico. A la gente sin escrúpulos lo único que les preocupa de un aborto es que es incómodo, peligroso, sanguinolento. Pero la Píldora del Día Después (PDD) supone un aborto exprés, un aborto cómodo. Te tomas la pastillita sin necesidad de que un médico plúmbeo te advierta de los riesgos de la bomba hormonal que te estás metiendo. Además, esa bomba puede haber eliminado a tu hijo, un ser con un código genético individuado, distinto del tuyo y del muchacho con el que te apalancaste (término económico y muy moderno) la noche anterior.
En definitiva, la PDD lo pone fácil y la humanidad se guía en buena parte por la comodidad.
La PDD es el aborto exprés, por eso se triplica su uso, sumiendo en la degradación a la que la toma, al compañero de la que la toma y al farmacéutico que la vende mirando hacia otro lado, a pesar de saber qué está vendiendo.
De la misma forma, la ley más aberrante del zapatismo contra la familia no fue el homomonio -esa cochinada cuya estupidez caerá por sí sola- sino la modificación del Código Civil en materia de separación y divorcio, lo que se llamó divorció exprés. En tres meses rompes con tu pareja y nadie te va a preguntar las razones por la que abjuras del compromiso y la palabra dados, como aclaró la vicepresidenta primera del Gobierno español, doña Teresa Fernández de la Vega.
Con el pensamiento invertido que practica la progresía, se defiende el aborto exprés, así como el divorcio exprés, de la siguiente guisa: si se ha multiplicado la venta de PDD y se han disparado las rupturas familiares es porque había esa demanda. Pues no. El hombre es libre pero cómodo. Quien ama el peligro perecerá en él, decían los antiguos, y los viejos catecismos te aconsejaban no ponerte en ocasión de pecar. ¿Por qué? Porque el hombre es un animal variable y toma decisiones de las que se arrepiente cuando lo piensa con calma. Dicho de otra forma: La PDD aumenta la promiscuidad y el divorcio exprés incrementa los perjurios. Te puedes arrepentir una vez ingerida la PDD tras una juerga de sábado noche pero ya te has cargado al niño. Te puedes arrepentir de haberte divorciado tras una bronca de fin de semana pero el voto, el compromiso, ya está roto.
Por eso, la legislación pone difícil la ruptura de todo tipo de compromisos, como el de la formación de una empresa, la puesta en marcha de una institución política o cultural, el mecenazgo, etc. Todas, excepto los compromisos más importantes: vida y amor conyugal.
Divorcio-exprés, aborto-exprés, idiocia-exprés. Porque es muy cierto: A nadie hay que preguntarle por qué es idiota. Es su derecho.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com