El asesinato de dos periodistas franceses en el norte de Malí ha puesto en evidencia la fragilidad de este país africano que no encuentra el camino de la estabilidad después de la intervención militar francesa y la elección de un nuevo presidente.
El crimen se ha producido a pesar de la presencia en la región de militares franceses y malienses, y de los Cascos Azules de la misión internacional de la ONU. La alarma producida en la opinión pública ha movido al Gobierno de Hollande a disponer un aumento sustancial de su presencia militar en la región donde, además de las rivalidades tribales, ha encontrado asiento el terrorismo islamista que motivó precisamente la conocida "Operación Serval" del Ejército francés en enero pasado.
Parece que tras el crimen están las luchas tribales, cuyos líderes, convertidos además en controladores del narcotráfico, se disputan las ayudas económicas prometidas por el nuevo Gobierno maliense en un intento de "comprar la paz".
En casos como este mi abuelo diría: "Esto pinta mal".
Jesús D Mez Madrid