Lo contrario de lo que decía en 2004. El Príncipe heredero, no quiere cambios en la norma sálica hasta que asuma el Trono. Por otra parte, ZP no puede prescindir del voto socialista catalán.
El 6 de diciembre, Día de la Constitución, sólo se habló de su reforma. La recepción en el Congreso contó con un discurso plano del SM el Rey de España. Políticamente, se intentó escenificar la unidad de socialistas y populares frene al terrorismo, pero lo cierto es que el PSOE continua con su política condescendiente con los proetarras, y la vicepresidenta De la Vega mantiene la teoría, negada por el PP, de que la legislación actual no basta para ilegalizar a los proetarras de ANV. Es lógico que el PSOE se tiente las ropas porque lo cierto es que su interpretación, durante la primera legislatura, de la Ley de Partidos promulgada por Aznar fue, precisamente, la contraria: que ANV sí tenía cabida en la legalidad. Ahora bien, lo cierto es que, desde que el PSOE abandonó la negociación con ETA, los grandes partidos se encuentran mucho más próximos.
En cualquier caso, a pesar de la crisis económica, el tema del día ha sido la reforma, o no, de la Constitución del 78 y a ella han dedicado sus editoriales los principales periódicos españoles. La derecha considera que hay que modificar la Carta Magna para evitar el excesivo poder que tienen los nacionalistas en sus zonas de cobertura y que dificulta la gobernación del país, también en política económica.
Ahora bien, ZP necesita mantener el espíritu del Estatut catalán por la sencilla razón de que necesita del voto socialista catalán, verdaderamente decisivo en las pasadas elecciones. Todo ello dentro de de esa contradicción permanente que es el Gobierno catalán, regido por un correligionario de Zapatero. Y así, mientras el presidente del Gobierno dice que ya no es prioritario la reforma de la Constitución, sus socios de ERC en la Generalitat se manifiestan contra la Constitución del 78.
Pero hay otra razón por la que ZP no quiere modificar la Constitución. Es evidente que, si se hiciera, habría que suprimir el artículo 57.1 de la Constitución, entre otras cosas para que la princesa Leonor, primogénita de SAR Felipe de Borbón y doña Letizia Ortiz, ser reina de España.
Con la insensatez que le caracteriza, Zapatero se apresuró, en 2004, a recalcar su condición feminista y exigir la reforma inmediata de la Constitución para que una mujer pudiera reinar en España, sin caer en la cuenta de que, de esta forma, condenaba a retrotraer la sucesión en el Trono a la actual generación. En otras palabras, que la Infanta Elena podría reclamar su derecho al trono como actual primogénita del monarca reinante.
De inmediato, en Zarzuela comenzaron a hablar de retroactividad y a encargar dictámenes jurídicos para demostrar, sin lugar a dudas, que una vez nombrado sucesor Felipe de Borbón, las directrices de la nueva Constitución respecto a la prelación del varón al Trono se aplicarían a partir de la próxima generación, a partir de la Infanta Leonor. Pero los hechos son tercos y los principios jurídicos también. Cuando menos, parecía peligroso provocar a la fiera y abrir un debate que nadie desea. Pues nadie, tampoco en la Familia Real, ve a la Infanta Elena como reina de España (aunque su hijo Froilán despierta muchas simpatías en el pueblo español).
Pro si fuera poco, uno de las relaciones menos comentadas en España es la amistad entre el matrimonio Zapatero-Espinosa y el los futuros Reyes de España. El Zapatismo, además, está feliz con la llegada a Zarzuela de doña Letizia Ortiz. Con ella, y con el ecopanteísmo y la ideología de género que profesa el heredero al trono, una personalidad muy poco conocida por la mayoría del pueblo español, el progresismo ha llegado a Zarzuela.
Ejemplo: ¿Se imaginan ustedes a un Felipe VI negándose a firmar la ley de ampliación del aborto o la norma que pretende ZP sobre eutanasia? Pues eso: si algo no quiere ZP es abrir ahora el melón constitucional. Mejor cambiar la norma cuando Felipe VI 'el progresista', acceda al trono.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com