Desde que comenzara la crisis actual crisis financiera (septiembre de 2007) en Hispanidad venimos diciendo que la única salida consiste en dejar quebrar a la banca quebrada.

Y si no quieren hablar de quiebra hablen de concurso de acreedores: lo mismo me da que me da lo mismo. El caso es que, ante un desastre bancario, los únicos que deben cobrar son los depositantes, no los inversores. Estos han pasado y han perdido: lo siento. El que no debe aportar dinero es el ciudadano.

Pues bien, resulta que el sentido común, en el quinto año de crisis, se va abriendo camino. Hasta ahora los bancos se han salvado con cargo a nuestros bolsillos, especialmente en Estados Unidos, Suiza, Alemania, Holanda, Reino Unido y Francia.

Pues bien, ahora resulta que el comisario de Mercado Interior, Michael Barnier, asegura -¡por fin!- que los bancos deben rescatarse a sí mismos. Que significa eso que ustedes están pensando: el Estado sólo responde de los depósitos, no de las inversiones.

De inmediato, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha dicho que no, que el inversor no debe perder dinero. ¿Y por qué no? Es el eterno dilema entre propietarios y rentistas.

En cualquier caso, Barnier apunta por el buen camino. Le ha costado, pero ahí está. Es una buena noticia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com