Película claramente de diseño (pareja atractiva  con gancho comercial, buena factura visual y argumento tan intrascendente como vistoso) que cumple con su principal objetivo: entretener.

La oscarizada Julia Roberts y Clive Owen encarnan a dos ex espías gubernamentales que ahora trabajan para dos multinacionales enzarzadas en una guerra no declarada.  Cuando ambos comienzan una relación amorosa que deben mantener en secreto descubren que la desconfianza inherente a su profesión hace todavía más difícil esa historia de amor.

Tom Gilroy vuelve, como en Michael Clayton (su multinominada película a los Oscar), a infiltrarse en los entresijos de las grandes empresas, pero ahora añadiendo un toque romántico. Eso sí,  aunque el tono de la película (en un principio) parece que va a decantarse por un camino serio alrededor del espionaje industrial, pronto queda claro que el asunto va a abordarse con frivolidad y humor todo ello plasmado en un montaje (estilo años 60) que recuerda a la primera entrega de Oceans Eleven. Una  historia llena de vueltas y revueltas (que lían sin remedio al espectador) que tiene como trasfondo la carrera entre dos titanes de la industria que quieren ser el primero en comercializar un producto milagroso.

Duplicity no es novedosa en su argumento pero puede resultar simpática si son admiradores de la famosa pareja protagonista y del siempre convincente Paul Giamatti (el protagonista de Entre copas).

Para: Los que les gusten los productos comerciales y sin pretensiones