Toda la política española, pendiente de la coalición nacionalista. ZP seguirá intentado el tripartito vasco y navarro, pero ya no se fía del nacionalismo vasco y busca el aislamiento del PP con los catalanes. Por su parte, Artur Mas no se fía de ZP, que ya no controla el PSC de Montilla. El líder catalán recuerda que Zapatero le dejó tirado en la Generalitat. Lo malo es que un pacto de CIU con Rajoy ha de ser post-electoral. El democristiano Durán pretende un Gobierno de coalición en la próxima legislatura, con él como ministro de Exteriores

Toda la política española está ahora pendiente de la bronca interna en una coalicción nacionalista, la catalana CIU, que cuenta con 10 de los 350 diputados de la Cámara, sólo dos por encima de los independentistas de ERC, y socios del PSOE en la Generalitat, y sólo 3 por encima del Partido Nacionalista Vasco. A fin de cuentas, el asunto tiene su lógico: con la actual composición del Congreso, la suma de PSOE (164) y CIU roza la mayoría absoluta (176), y la situación de empate técnico que ofrecen las encuestas entre PSOE y PP no permite dormirse en los laureles.

Pocos diputados… y mal avenidos. El democristiano Durán Lleida se ha convertido en la bestia negra del Partido Popular y en el mejor amigo del PSOE, mientras que -cosas veredes, Sancho- Artur Más, más conservador, está sintonizando -al igual que el líder peneuvista, Josu Jon Imaz- con Mariano Rajoy. Ojo, mientras que en Cataluña es políticamente correcto hablar de pactos con el PSOE, no lo es hablar de pactos con el Partido Popular. Por tanto, si Rajoy logra ganarse el apoyo de Mas, será con la condición de que esos pactos sean postelectorales. Más deberá acudir a otro notario para recorrer el camino inverso: romper su compromiso de no pactar nunca con el PP.

Es decir que, por una parte, tenemos al democristiano Durán Lleida convertido en la bestia negra del PP y con la promesa de ZP de convertirse en ministro de Asuntos Exteriores en un gobierno de coalición PSOE-CIU. En el Congreso, Durán se comporta como el mejor amigo del PSOE. Por otro, tenemos a Artur Mas con fuerte contestación internas tras los últimos fracasos electorales, que no se fía de ZP, pues el presidente ya le dejó colgado el 1 de noviembre, cuando no consiguió doblarle el pulso a José Montilla y éste reeditó el Tripartito. Y eso, Mas no se lo ha perdonado.
Ahora bien, para cualquier pacto PP-CIU pasa porque Rajoy retire el recurso de anticonstitucionalidad contra el Estatut, y está claro que el PP no puede hacerlo sin perder votos.

En parte, la obsesión tanto de ZP como de Rajoy, por los nacionalistas burgueses catalanes viene del fracaso del Gobierno Zapatero con ETA. La banda terrorista le ha tomado el pelo a La Moncloa, y en el PSOE ya no esperan nada por ese lado para aislar al PP. Si pudiera construirse un Tripartito vasco o navarro, se haría, pero ahora ZP ya no se está dispuesto a cederlo todo por una alianza con el mundo del PNV, esto es, con el nacionalismo burgués vasco. Ahora prefiere entenderse con el nacionalismo de derechas catalán. Al final, toda la política española depende de dos hombres, Durán y Mas, que apenas cuentan con 10 diputados… y que se disputan el poder en CIU.