El verano empezará en abril. Esta afirmación, que en principio puede parecer disparatada, nada tiene que ver con el, tan debatido y polémico, cambio climático.
No es fruto de la información que me haya podido pasar un primo físico, ni tan siquiera proviene de una amigo millonario y algorero. Es producto de la observación del tiempo y ambiente que nos rodea.
Hay signos claros y evidentes que el tiempo navideño, es decir invernal, se ha adelantado a los primeros días de noviembre.
La televisión ya proyecta películas con escenas navideñas, los comercios exponen y venden: dulces, cestas, juguetes, etc. En alguno he llegado a escuchar villancicos. Mi buzón, además de los catálogos de juguetes y otros productos propios de la navidad, ha recogido correspondencia de algunas ONG que, apelando al ambiente navideño, solicitan un aguinaldo solidario propio de esta época.
En las calles y comercios ya cuelgan los primeros adornos navideños.
Todos estos signos son un evidente síntoma de que la navidad se ha adelantado casi dos meses. Por tanto es de esperar que el verano también lo hará, siendo, aproximadamente, el mes de abril el primer mes de la canícula.
He de confesar que siempre envidié y admiré a los adelantados a su tiempo, por lo cual aprovecho la ocasión, ¡a primeros de noviembre!, para despedirme deseándoles de todo corazón: Una feliz navidad y próspero año nuevo.
Manuel Villena Lázaro