A los poderes clásicos, el legislativo, ejecutivo y judicial, se le añadió como cuarto poder "la prensa", pero todos han sido desplazados por uno más poderoso, un nuevo Príncipe con una corte particular, las Agencias de Calificación y los Bancos.
Los otros cuatro están a su servicio de una forma u otra, especialmente la Prensa en cualquiera de sus modalidades, ya sea por temor, servilismo o dinero, esa misma prensa que en la cabecera de sus diarios pone, Independiente, Libre, Informativa, Crítica, Veraz, Plural, Liberal, de Opinión, del Pueblo…
La realidad es otra, la mayoría está distante de lo que dicen sus cabeceras, y cuando estos "daemonas" deben de ejercer como tal, lo hacen con dos lenguas, con una de ellas dice a veces la verdad (siempre intrascendente), para menoscabar o insultar a los Presidentes de Gobierno, Ministros, Jueces, sin temor, o informando solo de desastres, hambrunas, guerras, conflictos, sin buscar a los verdaderos causantes de ellos.
Algunas veces culpan a la Banca, cuando esta fue la primera engañada por el Príncipe, pero como prestamistas de los gobiernos, son los brazos ejecutores de la opresión mercantil final y no exenta de culpa, esa misma prensa se olvida intencionadamente de indagar sobre el causante de la especulación en los alimentos, el petróleo, las materias primas, el cacao, los diamantes…, aun sabiéndolo casi con certeza.
Con la otra lengua dicen lo que consideran conveniente según el momento, guardan una cosa en el pecho y fingen otra cuando hablan, por estar al servicio del Príncipe, son como los bufones: proporcionan lo único que los príncipes buscan por doquier: bromas, risas, carcajadas y deleites, producto de las cosas insustanciales que divulgan al resto de la población y mientras el bufón o necio dice necedades como aduladores del poder, este campa a sus anchas buscando la forma de someter a la Humanidad cada vez más.
¿Entonces?, ¿qué utilidad puede tener la dialéctica donde no hay conflictos de opinión?, ¿en qué lugar ponemos la retórica si nadie intenta importunar a otro?, ¿quién es ese Príncipe dominante? Ese no es otro que unos pocos seguidores de la doctrina de Theodor Herzl, pero no habitan en el país que pregonaba, se encuentran en otro protegido y a salvo, libre de fronteras conflictivas como astutos que son, para eso están el resto de los seguidores a los que protegen desde la lejanía, aumentando paulatinamente el desprecio de aquellos a quienes lisonjean por su utilización interesada, solo les mueve la codicia.
De este Príncipe no habla la mayoría de la prensa llamada Independiente, Libre, Informativa, Crítica, Veraz, Plural, Liberal, de Opinión, del Pueblo…, al no estar obligada por ningún juramento hipocrático, solo a su conciencia o interés, puede que alguna acepte esta crítica y en un futuro indague para informar más sinceramente y sin opacidad sobre los causantes de los males de la Humanidad.
José Enrique Centén Martín