La interrupción voluntaria del embarazo (asesinato) aguanta el infanticidio cruel de un ser humano y significa una espeluznante tragedia para la esposa que lo padece.

La ley del aborto española desampara a la joven y la lanza al malparto (crimen). Toda ley abortista es una espantosa deslealtad contra las desposadas, además de un sanguinario infanticidio para con los chiquillos.

En España no se brinda ninguna información ni se entregan apoyos sociales a las jóvenes en estado de gravidez y en dificultades peligrosas, y sin embargo sí vegetan ayudas para que interrumpan el estado de buena esperanza (asesinato).

En la actualidad el Gobierno ambiciona poner los medios regulados para que se ejecuten más abortos, abandonando a la esposa, a pesar del deterioro corporal y psicológico que significa para ella.

Se demanda que nuestras legislaciones resguarden el derecho a existir y a engendrar, defendiendo la vida en todo momento y amparando a las jóvenes fecundadas a vencer cualquier dilema que se les pueda originar.

Al mismo tiempo, el ensanchamiento de la ley del aborto (el aborto libre) sólo producirá más asesinatos y más angustia para miles de jóvenes españolas.

Clemente Ferrer Roselló

clementeferrer@yahoo.es