Es uno de los aeródromos más modernos de Europa, pero nadie aterriza en su pista. 500 millones de euros de inversión tirados a la basura. Y la OTAN no lo quiere.
Tras el escándalo surgido hace unos meses con la publicación en el diario francés Le Monde de un reportaje sobre el aeropuerto castellano-manchego y que fue recogido por otros medios españoles, se ha conocido que han presentado un ERE que afectará a la totalidad de los trabajadores del aeródromo.
La construcción de un aeropuerto tan moderno en mitad del campo castellano ya generaba suspicacia, teniendo en cuenta que Ciudad Real tiene 75.000 habitantes y no hay infraestructuras adecuadas. Por ello no sorprende que casi ninguna aerolínea aterrice en su pista (la más larga de Europa con 4 kilómetros), y las que lo hacen, como Ryanair, es con subvenciones públicas.
Y en las ayudas públicas es donde está el meollo de la cuestión. A una primera inversión de 500 millones de euros, un 40% aportado por Caja Castilla-La Mancha que tuvo que ser intervenida por el Banco de España a causa del agujero que había generado, se añadió otra de 140 millones inyectada por la Junta de la comunidad manchega. Así que después de que se hayan insuflado cientos de millones, supuestamente para cubrir deudas o pagar salarios, ahora echan de manera encubierta a los pocos trabajadores que continúan en el aeropuerto. O sea, que alguien se ha embolsado ese dinero y que la inversión que se ha realizado en ese aeropuerto ha sido simplemente una ocasión para que algunos políticos o empresarios se queden con subvenciones tras la desviación de fondos públicos. Un ejemplo más que muestra que en la burbuja inmobiliaria, tan manida por muchos, ha sido una fuente de ingresos para gentes de todo partido y condición. Y mientras tanto, los trabajadores, que no tienen nada que ver en estos tejemanejes, son los que las sufren.
Eso sí, en un intento de salvar este desastre, quiso que fuera un aeropuerto OTAN, pero el organismo ha rechazado el plan por lo que finalmente tiene pinta de que se acabará convirtiendo en un aeródromo fantasma, aunque eso ya lo parece al día de hoy. Lo que sí es actualmente es un símbolo del desastroso gasto público español.
Juan María Piñero
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