La nueva Asamblea Nacional Popular, la gran reunión política china, mantiene las mismas líneas de actuación que fueron definidas con la frase un país, dos sistemas. Una estrategia que aplauden muchos líderes occidentales, a pesar de que todo el mundo sabe lo que significa: tiranía política y libertad económica, especialmente para los poderosos.
El sistema económico chino ha sacralizado en todo el mundo los salarios de miseria. Ahora mismo, la economía china consiste en la compra de materias primas de todo tipo que se manufacturan con unos costes laborales ridículos para exportarlos luego a la OCDE.
Un sistema que, desgraciadamente, se está extendiendo a otros países superpoblados, como la India, Indonesia, Paquistán, Tailandia, Corea y, en menor medida, a México y Brasil. No es de extrañar que los banqueros occidentales, por ejemplo los dos grandes banqueros españoles, Emilio Botín y Francisco González, alaben a los que califican como países como más futuro, especialmente cuatro de los mencionados, China, India, Brasil y México.
Todo el secreto del llamado milagro chino no consiste en otra cosa que en esto : un obrero cualificado en Pekín (la ciudad de más calidad de vida junto a Shangai) cobra 100 dólares al mes.