Sr. Director:
San Agustín, primer doctor de la Iglesia, establecía la siguiente jerarquía en el amor: "Ama siempre a tu prójimo, más que a tu prójimo, a tus padres, más que a tus padres, a tu patria, y más que a tu patria, a Dios".
La jerarquía de valores que nos propone San Agustín no es trivial, y la traigo al caso de sus últimas afirmaciones respecto de la patria, o del patriotismo. Afirma usted, si no me equivoco, que el que es patriota eliminando el concepto de Dios del devenir de la humanidad, se convierte en un fascista... y aquí no puedo más que discrepar, señor director, puesto que, si bien la fe es un don, el amor a la patria (al igual que el amor a los padres) es un derecho y un deber.
A lo largo de mi todavía breve existencia he venido a comprobar que si los amores que se profesan son sanos, plenos y sinceros, sin mezcla de exclusividad ni segregación alguna, siempre por lo general acercan al Amor más grande. Una pareja de novios que se abre a la gente, según este modo de ver, se acerca a Dios. Por ello, considero que España ha suscitado amores plenos, en gente que no poseía fe ninguna, y no por ello eran fascistas (y entiendo el uso que hace de este sustantivo).
Que el nacionalismo sea malo en esencia no es debido al hecho de que elimine a Dios, eso es una consecuencia, la maldad intrínseca del nacionalismo es que desprecia lo demás. Un amor a la patria (o a la patria chica) sin Dios no es malo, es, simplemente, incompleto.
La correspondencia que usted hace de "nacionalismo sin Dios = fascismo", a mi me sugiere otra: "defensa de la vida = racismo o defensa de una sola raza". Como ve, esto es muy matizable. Supongo que si el Partido Popular se entregara en cuerpo y alma a la defensa de la vida, sin el concepto de Dios de por medio, usted no los llamaría nazis.
Por lo demás, en lo que a mi respecta, admiro profundamente al que ama a España sin conocer a Dios, puesto que ese amor a mí me parecería incompleto, rancio, descafeinado... sin gracia.
Marcial Cuquerella Gamboa
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