Hispanidad ha sido condenado a pagar 900 euros además de publicar la sentencia- por un Juzgado de Valencia. La juez considera que ha habido una intromisión en el derecho al honor de José Luis Roberto Navarro, al calificarle de proxeneta. Acatamos a la fuerza ahorcan- y ni tan siquiera me siento autorizado a disentir, dado que sólo creo en la justicia divina. Y si no creo en la humana resulta ocioso perder el tiempo.
No creo en la Administración judicial, pero sí en la justicia. Por eso, creo que podemos aprender mucho del asunto Roberto Navarro. Este diario llamó proxeneta a don José Luis, y el hecho de que el señor Roberto sea inspirador, secretario, portavoz y alma nutricia de la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne (ANELA) no impide que tal calificativo sea una injuria. Por tanto, hemos de pedir perdón al señor Roberto. Ahora bien, si con esas credenciales tildarle de proxeneta es una injuria, debemos abrir un debate público bajo el siguiente epígrafe: ¿Qué puñetas es un proxeneta?
Pero esto es lo de menos: vamos al concepto, analicemos, Fernanda, que se nos va la tarde. Dos semanas atrás, don José Luis Roberto, el del asunto Roberto Navarro- volvió a salir en la tele, suspirando por la legalización de la prostitución. Y la tele de Zapatero, al igual que el serial del diario El País dedicado al mismo tema, y que propició el condenado artículo de Hispanidad, han proporcionado cariñosa acogida a don José Luis. La alianza entre el presidente de un partido ultraderechista España 2000- y la prensa progre no debe asombrar a nadie. Es la misma prensa que califica de ultraderechista a Rafael López Diéguez, presidente de Alternativa Española. Pues bien, Diéguez no aceptó en su proyecto a España 2000, bajo la advertencia de que donde estuviera don José Luis no estaría él. A la progresía no le molesta la ultraderecha, aunque ésta sea violenta y racista (no decimos que lo sea el señor Roberto Navarro, Dios nos libre); lo que le molesta es la verdad y, muy en concreto, los principios morales cristianos. El País y la RTVE pública, por ejemplo, acogen alborozados a don José Luis porque defiende la legalización del negocio de a asociación patronal de la que forma parte aunque no es un proxeneta, como creo haber dicho antes-. La secuencia viene a ser la siguiente: Primero gritas: ¡Aborto libre y gratuito!, o bien: ¡Fornicio libre aunque no gratuito! con todos y todas, que no hay que discriminar la prostitución gay- y a partir de ahí, aceptado en el club progresista, ya puedes contar con las ediciones de esos dos prelados del Nuevo Orden, el Nuevo Mundo y la Nueva Iglesia, que son Zapatero y Polanco.
La segunda lección de este heroico episodio forense (nuestro lema es Divertir instruyendo) habla de congruencia, pero no de los medios, sino de don José Luis Roberto. Ojo al dato : nuestro protagonista está empeñado en formar parte de la plataforma que trata de salvar el Valle de los Caídos. Se lo digo porque este punto de su loable trayectoria vital no ha sido reseñado ni por El País ni por RTVE, y esta omisión me preocupa: ¿Cómo se puede defender el mantenimiento del Valle de los Caídos y la legalización de la prostitución, todo a un tiempo? Mis meninges no pueden aportar la respuesta, pero acudan ustedes a don José Luis.
A todo esto, lo más curioso de los defensores de la legalización de las coimas son las propias coimas. Suspiran en ANELA por meretrices con su correspondiente Seguridad Social. Al parecer, si pagas las cuotas y tienes derecho a jubilación, no hay nada que oponer a tan profusa actividad. Ahora me refiero a don José Luis, pero también a don Jesús Polanco o a don José Luis Rodríguez Zapatero. Si estos tres egregios personajes vivieran en tiempos de Julio César, estoy convencido de que hubieran empleado la misma línea argumental con los esclavos. Habrían mantenido el principio de que un hombre puede ser propiedad de otro, pero, eso sí, mientras el propietario abonara las correspondientes cuotas sociales. Lo que viene a ser como el chiste del catalán: Pagando ¿eh?, pagando.
Eso sí, señor Roberto, con los 900 euros no debe usted acudir a casa de lenocinio alguna: recuerde que, a pesar de sus desvelos, continúa siendo una actividad alegal en España. Tenga paciencia.
Eulogio López