Ante el cruel ataque de Benedicto XVI a los pacíficos creyentes islámicos, consistente en una cita de un emperador bizantino sobre la violencia como medio de hacer proselitismo religiosos, cita utilizada para reafirmar la conclusión contraria, los pobres seguidores de Mahoma se han visto obligados a quemar iglesias en Palestina, amenazar con atentados suicidas contra el Vaticano y prometer venganza contra los cristianos en Palestina, Egipto, Marruecos, Indonesia, Kuwait, Yemen, Irán, Irak, etc. De propina, han asesinado a una religiosa en Somalia, dedicada a la enseñanza y a la sanidad: ¿Qué otra cosa podían hacer?
Las dos críticas fundamentales al Pontífice han llegado de la mano de los dos grandes amigos del Presidente español Rodríguez Zapatero: SM Mohamed VI de Marruecos -de quien el Gobierno español no tiene la menor sospecha de que esté detrás del 11-M- y del co-presidente de la Alianza de Civilizaciones, el fundamentalista turco Recep Tayyip Erdogan. Este último ha calificado las palabras del pontífice como malvadas.
La violencia islámica tiene buen refrendo en el propio Corán, pero el libro se queda en nada comparado con la interpretación que a la fe mahometana le dieron los tártaros, los pueblos que dieron origen al Imperio Otomano. Es el turco, y los pueblos que crearon el Imperio Otomano, desde el este mogol, quien hizo más sanguinario al Islam. Pero desde que Erdogan conquistó el Partido del Bienestar, cuyo anterior líder, Necmettin Erbakan, vestía chilaba y peregrinaba a La Meca con sus mujeres, por lo que fue destituido por el muy demócrata ejército turco, el integrismo continúa rigiendo Turquía, sólo que ahora disfrazado de corbata.
¿Y qué decir del dictador ruso Vladimir Putin, solicitando prudencia y cautela a los líderes religiosos? Precisamente Putin, el personaje que prefiere ejecutar a 1.000 chechenos si entre ellos puede haber un terrorista islámico. Claro que Putin no es un líder religioso, razón por la cual puede asesinar a quien le venga en gana. Los líderes religiosos no, porque no tienen ejercito detrás. Al menos, el Papa.
Pero el problema no está en el Islam. El mundo islámico, una vez más, está siendo utilizado por la progresía occidental, preferentemente europea, empeñada en suicidarse. Para los progresistas europeos, un fundamentalista no es un problema, sino una oportunidad para golpear a su verdadero enemig la Iglesia. El enemigo del Cristianismo, como siempre, está dentro. El actual estallido violento de los musulmanes recuerda cuando las tropas de Víctor Manuel I entran en Roma y terminan con el Estado Vaticano. ¿Saben cuantos países occidentales apoyaron a un Pío IX reducido a la condición de prisionero? Un Ecuador. Como dice Pilar Cernuda, sorprende el escaso apoyo con la loable excepción de la canciller Angela Merkel- que Benedicto XVI ha recibido de los países nominalmente cristianos.
En este sentido, aconsejo a los lectores de Hispanidad que disfruten con la novela El Padre Elías, del canadiense Michael OBrien (Editada por Libros Libres). Una literatura donde se clarifican los verdaderos ejércitos que hoy están en lucha en el mundo. Me temo que el Islam no sirve sino de comparsa.
Veamos: el Papa no debe pedir perdón porque no puede pedir perdón. Ni a los musulmanes ni a nadie. Una cita medieval recogida para ilustrar un argumento opuesto al que se desprenda de dicha cita. El que no lo ve o es malo o es tonto. Sin embargo, además de los precitados, en esta barahúnda de estupideces, surge Desatinos, nuestro indescriptible responsable de Asuntos Exteriores, para apoyar que el Papa pida disculpas, al tiempo que la prensa da por hecho que el Islam ha sido insultado por Benedicto XVI. Es cierto que en caso de ofensa lo primero es considerar los sentimientos del ofendido, pero es que la manipulación supera en este caso todas las marcas.
Pero todo esto, créanme, es lo de menos. El problema no radica en el mundo islámico, que no es más que un instrumento. Para los poderosos de Occidente, por ejemplo para Zapatero, la tergiversación de las palabras papales resulta de lo más útil. No olvidemos que se ha pasado de las manifestaciones a las amenazas terroristas. Y no olvidemos, tampoco, que muchas profecías, y no precisamente de visionarios, se refieren a un ataque, físico, contra la Sede de Pedro. Si se produjera este descabezamiento físico de la cúpula de la Iglesia, no duden que el presidente del Gobierno español, por ejemplo, lamentaría e incluso condenaría tan repugnante atentado. Eso la primera semana. A partir de ahí, se trataría de realizar un profundo análisis sobre las causas que han propiciado la tragedia, causas entre las que se aludiría, naturalmente, el lamentable discurso de Ratisbona, para concluir en la necesidad de un diálogo franco entre todas las religiones y las irreligiones, en espíritu de tolerancia, para llegar a un consenso de base en el que ningún credo se sintiera superior al otro (esta idea ha sido recogida ya hoy en la cadena SER), porque eso, naturalmente, resultaría antidemocrático. Y es sabido que la democracia debe defenderse de los antidemócratas. Naturalmente, el insigne miembro del Club de Bildelberg, Juan Luis Cebrian, ha sentido la urgencia de escribir un artículo que hará las delicias de nuestro inestimable aliado, Mohamed VI. Cosas veredes, Sanch Janli se nos ha hecho wahabita.
Es decir, que el baile ya ha comenzado. Estaban esperando un fallo del Papa y ya lo tienen. Los musulmanes no son más que los tontos útiles del Nuevo Orden Mundial, preferentemente occidental, es decir, proveniente del Occidente rico. Es el baile del relativismo que vende el Nuevo Orden Mundial, el mismo que propondrá ya lo ha hecho, con la llamada Carta de la Tierra- la nueva religión universal. Religión ecléctica, puro sincretismo, cuyo único problema es el siguiente: Dios existe o no existe, independientemente de que los hombres crean o no crean en él. Si lo prefieren en versión actual: Si Cristo es Dios, Alá no lo es y viceversa.
Eulogio López