La reestructuración financiera en España es una incógnita El Banco de España mantiene en secreto sus pruebas de estrés. Haberlas, haylas, pero no se publican. Dicen que se trata de evitar una oleada de pánico que lleve a los ciudadanos a retirar sus depósitos provocando una crisis que se pretende evitar. Sin embargo, la transparencia americana no ha despertado pánico, sino tranquilidad. Primero: ninguna de las entidades sistémicas son insolventes. Segundo: ante un eventual deterioro de la actividad económica (y por tanto de la morosidad), deben de recapitalizarse. Y lo deben de hacer acudiendo a fórmulas privadas que no supongan coste para el contribuyente.
Tercero: sabemos cuál es la necesidad de recapitalización: 74.600 millones de dólares. La realidad española es bien diferente. No sólo se mantienen en secreto las pruebas de estrés, sino que las cifras de recapitalización requerida son una incógnita. Algunas fuentes hablan de 30.000, otras de 50.000 y el IESE eleva la cuantía a los 100.000 millones de euros. Las cifras son muy superiores a las que se manejan en Estados Unidos.
Pero es que además, las cajas tendrán dificultades para fusionarse sin un nuevo marco normativo y el fondo de reestructuración está pospuesto, parece que hasta después de las europeas. Y por si fuera poco, la hoja de ruta es más desconocida que nunca. No. La gestión de MAFO no está siendo la adecuada. Es verdad que ha mostrado independencia al hablar de las reformas estructurales, reforma del mercado laboral y del sistema público de pensiones. Pero se le paga para que vele por la solidez y sostenibilidad del sistema financiero. Y hoy es mucho más incógnita que el americano.
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El Banco de España mantiene en secreto sus pruebas de estrés
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