La noticia de que Caja Madrid puede aumentar sus inversiones industriales en 1.800 millones de euros han encendido las alarmas. Las cajas son claves para asegurar la españolidad de la empresa estratégica en una Europa unida. La cuestión replantea mientras el gobierno socialista andaluz presiona para que el supervisor conceda la ficha bancaria al banco de inversiones dependiente de las cajas de ahorros andaluzas.
El aumento de la participación, del 5 al 9%, de Caja Madrid en Endesa, así como el anuncio de que el Consejo de Administración de Caja Madrid había concedido a Miguel Blesa margen para invertir en industrias por valor de 1.800 millones de euros han hecho saltar las alarmas en el Banco de España. Ese anuncio y esa inversión coinciden en le tiempo con el reto de Caixa Galicia, Caixa Nova y la CAM, tres entidades dispuestas a adquirir hasta un 15% de Unión Fenosa y ponérselo difícil a Emilio Botín para venderle Fenosa a la italiana ENEL. Como informara Hispanidad en su edición anterior, un documento del propio SCH, afirma que lo ideal es que se realice una especie de canje de soberanía entre los gobiernos de Madrid y Roma, según el cual, Fenosa (que Botín quiere vender, al igual que el resto de su grupo industrial) pasaría a manos del gigante eléctrico italiano ENEL mientras el Gobierno Berlusconi permitiría que el SCH se hiciera con el San Paolo IMI.
Por si fuera poco, el gobierno socialista andaluz de Manuel Chaves insiste en su proyecto de que las seis cajas de ahorros de la región pongan en marcha un banco de inversiones. Recordemos que el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, ha repetido hasta la saciedad que no le agrada que las cajas de ahorros tengan bancos. Así, por ejemplo, se ha negado a que La Caixa adquiera el control el Banco de Sabadell, y prefirió que el Barclays se hiciera con el Zaragozano antes que Bancaja.
Para el Banco de Epsaña, a estos efectos no es lo mismo un banco, cuyo Consejo debe responder ante los accionistas, que una caja de ahorros, que no tienen accionistas. Además, el Banco de España defiende los derechos de los depositantes. No de los clientes.
Lo malo es que en una Europa que se unifica lentamente, donde todos los gobiernos intentan mantener le control sobre una serie de empresas estratégicas (principalmente financieras, energéticas, de ingeniería, telecomunicaciones e informativas). Sociedades como Endesa, Telefónica, Repsol, Iberia etc., están participadas por cajas de ahorros.
Es, ahora mismo, el debate empresarial más importante de la Unión Europea, directamente relacionado con la deslocalización. Para las posturas más liberales, son los fondos de inversión los que controlan las grandes empresas y los fondos no tienen patria, sólo buscan rentabilidad. Sin embargo, ningún gobierno quiere perder su capacidad de influencia sobre una serie de empresas, y considera que influir sobre las decisiones de inversión de una compañía sólo es posible cuando su sede social está ubicada dentro de su territorio. Además, los partidarios de cierto nacionalismo económico consideran que si la nacionalidad de las empresas no importa, las empresas subastarán sus inversiones allá donde se paguen salarios e impuestos más bajos, es decir, que se precarizará el empleo.