Decíamos el lunes que la irrupción de Bhavnani en el accionariado del Banco Popular podría suponer el comienzo del fin de la escuela de banca Luis Valls.
Empezando por el final: el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, consultado por "quien corresponde" se opone a que el grupo de inversores mexicanos que pretende comprar un 30% del Popular -una exclusiva del gratuito económico Negocio- se haga con el control del Banco Popular. En primer lugar, Milmo dirige una teleco, no un banco, aunque asesore al HSBC (¡qué peligro!). En segundo lugar, no es un país miembro de la Unión Europea y, en tercer lugar, y más importante en este negocio, el Banco de España no conoce a Milmo.
Podríamos concluir que el ataque mexicano no va a llegar a nada pero puede ser el principio de todo. El principio de un ataque a la actual estructura de poder del Popular, ya alterada tras la entrada de Ram Bahvnani, que posee el 5% del capital y pide permiso para alcanzar al 10%. A Bhavnani ya se le conoce en el sector como "la termita", porque su paso por el Zaragozano y el Bankinter implicó a medio plazo la venta del banco a un tercero con la correspondiente plusvalía para el inversor indio afincado en las islas Canarias.
Ahora bien, sería un error minusvalorar a Milmo. Es el amigo íntimo y socio recurrente de Lorenzo Zambrano, presidente de la multinacional cementera Cemex y uno de los grandes del empresariado mexicano, capaz de enfrentarse al venezolano Hugo Chávez y considerado en Estados Unidos. Milmo pertenece a la clase empresarial emergente con Felipe Calderón, que está otorgando al país norteamericano una respetabilidad en el exterior que nunca alcanzó, tampoco con el iniciador de las reformas, Vicente Fox.
Ahora bien, como recuerda el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, en referencia al sector eléctrico, "quien empieza la OPA nunca la termina". La operación de Milmo puede quedar en nada pero constituir el inicio de todo. Por de pronto, el presidente del Popular, Ángel Ron, se dispone a realizar un examen general de fidelidad a sus principales accionistas. De Bhavnani nunca la ha esperado, pero sí de Nicolás Osuna, otro de los posibles vendedores. Y más: ¿Puede esperar lealtad del portugués Americo Amorim? No parece. Los alemanes de Allianz siempre han sido fieles, desde luego, a Luis Valls, incluso cuando tuvieron posibilidad de dar un paso adelante, pero ahora Allianz tiene que arreglar su principal problema bancario, llamado Dresdner Bank, y el sector está en reconversión en toda Europa. Lo que está claro es que la era Valls se está disolviendo, porque ahora también habrá que replantearse el verdadero núcleo duro del banco: Europea de Inversiones, corazón de la Sindicatura de accionista: ésta posee un 14%, pero la primera se queda en el 5%.
De todas formas, Europa aún recuerda las amenazas del presidente francés Nicolás Sarkozy cuando advirtió que no permitiría que un banco extranjero, comunitario o no, se hiciera con la Société Générale, aquejado de una crisis de codicia especulativa. Pero, claro, ZP no tiene el poder de Sarkozy.