El presidente de la entidad emisora, Jean Claude Trichet, antes francés que europeo
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet, ha anunciado en la mañana del miércoles 25 que no modificará las previsiones de crecimiento económico en la eurozona como consecuencia del alza del crudo. En su opinión, el programa nuclear francés ha permitido recortar la dependencia económica del petróleo que Europa mantuvo durante las crisis de los años 70 y 80. Por su parte, el Banco de España fía el crecimiento económico a la mejora de la productividad y el Consejo Superior de Cámaras duda de que se pueda alcanzar el 3% en 2005, si persisten los actuales precios del "oro negro".
Sin despeinarse un solo pelo. Así es como Jean Claude Trichet afirmaba en la mañana del miércoles 25 ante los micrófonos de la cadena de radio RTL que el BCE no modificaría sus previsiones de crecimiento económico para la eurozona como consecuencia del alza del crudo. En su opinión, el programa nuclear francés es suficiente garantía para atemperar la dependencia energética de la eurozona. O sea, que mientras que el Felipismo aplicaba la moratoria nuclear nada más llegar al Gobierno, la izquierda francesa aplaudía con las orejas aplicándose a la energía nuclear. El resto de los europeos también cayó en la misma trampa ecologista fabricada -y no consumida- en Francia y apostaron por ciclos combinados y energías alternativas.
Y ahora resulta que España consume más de lo exigido por Kyoto, porque el tratado medioambiental firmado por Isabel Tocino mide la emisión de gases contaminantes y no los riesgos de los residuos nucleares. Y no sólo eso, sino que la benéfica Francia nos venderá cuotas contaminantes que a ella le sobran. Después, tratará de vendernos la energía producida en sus baratísimas centrales nucleares. ¡Aleluya! La suficiencia energética europea está garantizada gracias a la gran Francia.
¿Avanzamos hacia el mercado eléctrico europeo? Si ese mercado se llama Electricité de France (EdF), entonces sí. Pero los franceses no quieren ni oír hablar de privatización ni liberalización. Consideran los activos nucleares franceses como "estratégicos" y no están dispuestos a que pasen a manos con distinto pasaporte. A lo que sí están dispuestos es a que el Ente eléctrico francés (EdF) suministre energía a nivel comunitario.
Un negocio redondo que parece contar con el beneplácito del presidente del BCE, francés para más señas. ¿Presidente de todos los europeos? Sí, pero de algunos más que otros. De esta forma, construimos una Europa unida a la imagen, semejanza y espejo de una Francia extendida. Bruselas, mientras tanto, insiste en que la ausencia de liberalización francesa es contraria al espíritu y a la letra del tratado. Pero con la letra pequeña. Ahí tienen a EdF saliendo de compras por Europa con la chequera del endeudado Estado francés.
Por otra parte, el Banco de España comparte el criterio de que el petróleo no afectará al crecimiento económico español del 3% previsto para 2005. Y no lo hará porque la productividad podría salvar el ejercicio. Ya saben, se trata del concepto de moda desde que Miguel Sebastián se refiriera a él un día sí y otro también. Pero, ¿qué es la productividad? Muy fácil, es el cociente resultante de dividir la producción entre la masa salarial. Si la masa salarial se reduce vía despidos o abaratamiento de los puestos de trabajo, la productividad sube. O sea, a mayor paro, mayor productividad.
Suponemos que no es lo que desea el Gobierno. Tampoco mejoraría el crecimiento económico porque el paro haría saltar los estabilizadores automáticos. De manera que da la impresión de que el organismo gobernado por Jaime Caruana prevé mejoras tecnológicas inmediatas que hagan repuntar la productividad y, por tanto, el crecimiento económico. ¿Optimismo?
Por último, el "optimismo" de Caruana contrasta con el análisis del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, que, recientemente, advertía de las dificultades de lograr el objetivo de crecimiento del 3% si persistía el elevado precio del petróleo. Nada nuevo bajo el sol, porque el consenso de economistas resuelve que cada cinco dólares por barril de desviación en el precio del petróleo, supone un recorte de entre dos y tres décimas de crecimiento económico. ¿O no era eso?