Con su carisma tan cercano al corazón del hombre, Francisco, en su exhortación apostólica pide poner nuestra vida en sintonía con el Evangelio y recordar así que el camino de la alegría no pasa por la comodidad, la adoración del dinero, el engaño, la ausencia de ética, en definitiva lo que el Papa denomina "mundanidad".
La alegría nace y renace del encuentro con Jesús vivo y presente en la comunidad de los creyentes. Sólo eso puede permitir "una Iglesia en salida", siempre dispuesta a llegar a las periferias humanas.
Porque si algo debe inquietarnos es que tantos hombres y mujeres de esta época vivan sin la fuerza y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe y sin un horizonte de sentido y de vida.
Jesús Domingo Martínez