Incluso los más críticos con el director Quentin Tarantino tienen que admitir que en lo que a cine negro se refiere su estilo ha marcado. El caso Slevin es un buen ejemplo de ello, un thriller plagado de humor negro en el que se ve la huella del cine Tarantino en los intrincados y surrealistas diálogos que mantienen los personajes así como en el tratamiento (totalmente bestial) de la violencia (están advertidos).
Para los que lo quieran más fácil: El caso Slevin es un original thriller, lleno de giros, que tiene como eje el despiadado mundo del crimen.
Slevin es un joven perdedor que llega a New York a casa de un amigo para intentar cambiar su suerte. Pero en ese apartamento es tomado por quien no es y se ve envuelto en el centro de una conspiración de la que forman parte dos gánsters, anteriormente socios y actualmente enemigos acérrimos, que viven atrincherados, desde hace 20 años, en dos fortalezas, la una frente a la otra.
La película está magníficamente rodada e interpretada, cuenta con un ritmo ágil y trepidante y sólo los más astutos podrán vislumbrar en su desarrollo su sorpresivo desenlace. Lo único que chirría en este relato es la historia de amor que mantiene Slevin con su vecina oriental, el personaje interpretado por Lucy Liu. Resulta increíble que una forense, acostumbrada a ver la muerte de cerca, día tras dia, tenga un comportamiento propio de una adolescente inmadura y descerebrada
Para: Adultos a los que les gusten los thriller trepidantes y aguanten, sin problemas la violencia a raudales.