La diputada del Parlament, Marta Rovira, se ha convertido en la inesperada protagonista del debate en el Congreso.
Dejando de lado sus "abrazos fraternales a Rajoy y Rubalcaba", su "es la primera vez que les veo a todos, un placer" o sus conversaciones sobre la autodeterminación con "las madres de su colegio", me parece más relevante su deficiente dominio de la lengua española reconocido por ella misma.
Ha admitido que "le falta fluidez en castellano" y que durante días tuvo que practicar. Sinceramente me apenan este tipo de situaciones, cada vez más comunes en la Cataluña interior, de donde proviene Rovira y que yo mismo compruebo en otras personas. Creo que sus dificultades para expresarse en castellano que ha podido ver toda España deberían hacer reflexionar seriamente al gobierno catalán sobre su política lingüística contra el español.
Miguel Torres