Los admiradores del director danés Carl Theodor Dreyer conocen su obsesión por plantear seriamente en sus películas conflictos morales, que se traducen en muchas ocasiones en, como se cita en el libro Pasión de fuertes (editorial Dossat), mostrar amores que experimentan el frenazo de la intransigencia. Parece que Alvaro del Amo (guionista de Amantes, La buena Estrella o Camarón) ha intentado jugar con esa idea, pero su resultado dista mucho del apetecido : es previsible y bastante increíble en su desarrollo.

 

Madrid, año 1961. A la casa de una familia burguesa, en la que, aparentemente, únicamente habita una joven llamada Elena llega un sacerdote, hijo de unos amigos de la familia, que está a punto de marcharse a las misiones (¿alguien concibe que, en los años 60, una joven atractiva se quedase sola en casa con un sacerdote?). Elena es la novia de un joven cinéfilo que dirige un cine club en una residencia universitaria y que ha programado un ciclo dedicado al realizador Carl Theodor Dreyer. La llegada del futuro misionero provoca todo en vuelco en la relación amorosa que mantiene esta pareja.

 

El director juega a mostrar cierto paralelismo entre las situaciones que se plantean en los dramas de Dreyer y la vida de los jóvenes que desfilan por la pantalla, pero evidentemente no lo consigue. Si a esto unen unos diálogos muy literarios, que recitan los intérpretes con bastantes dificultades, y una serie de tópicos sobre la época, no hay más remedio que calificar a El Ciclo Dreyer como una película pretenciosa.

 

Para: Los que no sean admiradores de Dreyer y vean absolutamente todos los dramas juveniles españoles, sin importarles la calidad.