El Círculo de Empresarios es el organismo empresarial más claramente liberal de España. Así, al menos, está reconocido por casi todos. Ahora acaba de realizar su informe habitual previo a la convocatoria de elecciones generales, con todos los trazos habituales.
Porque esto es lo que tiene el liberalismo. Los liberales siempre tienen miedo a hablar claro, por lo que se han convertido en maestros del eufemismo.
La verdad es que el liberalismo es algo maravilloso porque parte de dos conceptos formidables: la libertad de iniciativa y la igualdad de oportunidades. El problema del liberalismo viene cuando crece. Le ocurre lo mismo que a las personas. De niño es un chico espléndido, con la adolescencia llega el acné y se estropea un poco, más crecimiento y nos encontramos con un adulto medianamente encorvado y barrigón, para acabar en un anciano decrépito.
Pues el liberalismo igual. Cuando las unidades de producción, es decir, las empresas, aprovechan la libertad de iniciativa para crecer terminan por alcanzar una posición de preeminencia, desde la cual todo su empeño consiste en fagocitar a los competidores pequeños, conquistar por el monopolio y, en definitiva, terminar con todo asomo de competencia, de igualdad de oportunidades. Y si a todo ello le añadimos el matrimonio morganático (nada que ver con doña Letizia Ortiz) entre crecimiento empresarial a toda costa y mercados financieros (de carácter brutalmente especulativos), entonces ya tenemos el liberalismo convertido en bestial capitalismo.
Total, que el Círculo de Empresarios exige al Gobierno que gane las elecciones (no es fácil sospechar a quién apoya) una serie de reformas estructurales en el sector laboral, en la vivienda y en las pensiones. Reformas laborales es un eufemismo que significa, en pocas palabras, despido libre, reducción de subsidios por desempleo. Todo ello sin asegurar unas condiciones salariales mínimas, salvo las que fije el mercado.
El Círculo también pide que el incremento de salarios se fije según la productividad, sólo que esta es un instrumento difícil de medir, especialmente en las grandes corporaciones, que son las que están sometidas a escalas salariales más rígidas.
El Círculo de Empresarios asegura que el Estado no podrá soportar la caída de la natalidad (y eso es muy cierto). Sólo que la solución alternativa que ofrece son los fondos privados de pensiones, de carácter empresarial y obligatorio o de carácter individual.
Al mismo tiempo, pide el Círculo que las infraestructuras pasen a manos privadas. La verdad es que nadie quiere hacer el AVE, porque es una infraestructura muy cara, y que la privatización de la red eléctrica no convence a más de un país, especialmente en aquellos en los que ha habido apagones. Y tampoco convence la libre fijación de tarifas energéticas, dado que todo el mundo sabe que, en materia eléctrica, liberalización es igual a inflación.
Exige el Círculo que el Gobierno ganador del 14-M liberalice el suelo. Es cierto que el control de comunidades autónomas y ayuntamientos sobre el suelo es grande, pero también lo es que no ha quedado claro que, en materia de liberalización del suelo, no se provoque la tan temida inflación.
En resumen, los liberales del Círculo siguen ofreciendo sus recetas amargas. Es más, son bastante pesimistas, y aseguran que ni el PSOE ni el PP aseguran el provenir de esa reformas.