- El valor empresa de la petrolera, aunque capitaliza más, no alcanza los 30.000 millones de euros, frente a los 34.000 millones de la gasera.
- Y lo peor es que los analistas animan el apalancamiento. Un viento de locura recorre el capitalismo actual.
- Mientras, Pemex quiere controlar Repsol y como no lo consigue sabotea a la dirección.
- Pero Brufau cuenta con el apoyo de Caixabank y del Gobierno, frente a los norteamericanos.
A ver, muchacho, las cuentas. La petrolera Repsol tiene un valor empresa (capitalización bursátil más deuda) que no alcanza los 30.000 millones de euros… tras restar la deuda inducida por el 30% que posee de Gas Natural Fenosa (GNF), claro está.
Por el contrario, a pesar de su menor capitalización, su filial gasera tiene un valor-empresa mayor: 34.000 millones de euros. Los 4.000 millones largos que le saca la petrolera a su filial no le bastan para contrarrestar los 15.000 millones de euros de deuda que afronta GNF frente a los 5.300 (insisto, restando la inducida por GNF) de Repsol.
¿Cómo se come eso ¿Cómo es posible que a cualquier depredador le saldría más caro comprar la filial que la matriz Y ojo, porque en el presente caso, Repsol no es el primer accionista de Gas, sino el segundo.
Pues por la deuda. Deber no es algo bueno, sino malo, pero el capitalismo se ha convertido en un campo de batalla y la gestión empresarial, más que pendiente del bien común, se preocupa de crecer de forma insensata para no resultar devorada de la forma más sensata posible. Ahora resulta que los analistas aconsejan endeudarse cuanto más mejor, hasta la misma asfixia.
El caso Repsol es sintomático. Una empresa bien gestionada, solvente y rentable, muy inversora, que sólo tropezó en YPF…, aunque tropezar con la demagoga de Cristina Fernández de Kirchner es algo que le puede pasar a cualquiera. Pues bien, precisamente porque está poco endeudada se ha convertido en una perita en dulce para depredadores… que costaría menos asimilar que a su filial.
Y aquí es donde entra en el baile la mexicana Pemex. Mucho más pesada y menos rentable que Repsol pero, al mismo tiempo, más grande y pública; es decir, que tira con pólvora del Rey. Para Pemex sería un chollo comerse a Repsol. Apenas tendría deuda que pagar, sería el segundo accionista de Gas Natural Fenosa (GNF). Como, por el momento, la cosa se presenta difícil, lo que intenta, más práctico, consiste en sabotear la gestión del Grupo y, en concreto, la de su presidente, Antonio Brufau (en la imagen).
Por ahora, Pemex está muy lejos de conseguir el apoyo de los dos máximos accionistas de Repsol, Caixabank y Sacyr, por un lado, así como del Gobierno Rajoy, que no está dispuesto a otra Endesa: es decir, a que una empresa estratégica española caiga en manos de un Gobierno extranjero.
Pero en el fondo, lo que subyace es un capitalismo enloquecido que premia al que se apalanca y castiga a quien mejora la gestión reduciendo deuda.
Miriam Prat
miriam@hispanidad.com