Los filósofos griegos no prestaron beligerancia al cristianismo por considerarlo disparatado, no hace falta decir que se equivocaron.
Por la misma razón, por disparatado, tampoco se le prestó atención a los dislates de Hitler, ni a los de Zapatero. Ni en España los académicos de la Historia presentaron batalla ante los desvaríos de los separatistas, ni en las facultades de letras se batalló contra la inflación de asignaturas que no eran científicas y permitieron que entraran en el currículum académico, y hoy tenemos licenciados cuyo currículum está plagado de asignaturas que no son otra cosa que pura ideología, y que luego trabajan de comisarios políticos sobre todo en la Administración (los pedagogos en la inspección, por ejemplo). Pronto habrá graduados en Igualdad, y ya sabemos cual será su labor.
Recuerdo que hace casi treinta años Gustavo Bueno levantaba todo tipo de burlas cuando se enfrentaba a los ufólogos. Todavía no han entrado pero no hay ninguna garantía de que algún día no lo consigan. Lo tienen más difícil porque en las ciencias es más difícil colar asignaturas paracientíficas, cosa que no ocurre en las llamadas Humanidades.
A lo que voy: hace ahora un año envié a mi lista un comentario sobre un best-seller que trataba sobre el Club Bilderberg. Acabo de leer esto en El Confidencial: La cita tuvo lugar entre el pasado 14 y el 17 de mayo, según revela el periodista Daniel Estulin, quien desde hace quince años se ha convertido en un experto en el tema.
Me considero obligado a insistir en el asunto, porque en estas patochadas creen millones de personas, y los medios de comunicación, por estupidez o por ignorancia, les ayudan a extender el campo de acción.
Pedro Martínez Priede
pedromartnz@gmail.com