Uno de los mejores datos de la economía española es el fuerte tirón de la demanda interna. Esta obedece al buen ritmo del consumo, que junto a una desbocada inflación permiten al gobierno mejorar su recaudación impositiva mediante el IVA. Eso, mientras la fiesta del consumo no reviente.

La segunda pata que explica el crecimiento de la demanda interna es el fuerte empujón de la inversión. Un dato esperanzador porque podría apuntar a que los empresarios aprovechan el momento de tipos bajos para efectuar reposición de maquinaria e invertir en su negocio. Sin embargo no es así: la mayoría de la cifra de inversión que aparece en las estadísticas obedece a la inversión en ferrocarril y en reposición de equipos informáticos. No está mal, pero no permite albergar la esperanza que trata de vender el gobierno.