Ataques contra centros católicos en la India, vandalismo contra un templo católico maronita en el Líbano, asesinato de un sacerdote católico en Turquía. En Filipinas, los musulmanes asesinaron a seis cristianos, entre ellos una niña bebé de seis meses. Son pequeños detalles de la tolerancia islámica.
Quizás por ello, el profesor D. José Vidal-Beneyto, más conocido por Pepín, un intelectual de tomo y lomo, ha utilizado la presentación del Informe Anual de la Comunicación de la Fundación Telefónica, para decir verdades como puños. Así, nuestro filósofo, abogado y, lo que es mucho más importante, sociólogo, nos informa, ojo al dato, que el cristianismo es más violento que el Islam. Y ofrece una cita definitiva: He venido a traer el fuego a la tierra y no quiero sino que arda.
Por si la cosa no había quedado clara, Pepín nos aclara que si alguien quiere presentar al cristianismo como una religión de guerra podría hacerlo.
Y esto es una declaración importante, sí señor. Incide de forma directa en algo que considera se olvida demasiadas veces. El carácter paradójico y hasta irónico del Evangelio. Supongo que la única forma de explicar las realidades celestiales a una especie tan bruta y pedestre como la humana era, precisamente, la paradoja. Por ejemplo, siguiendo la metodología Beneyto, podríamos concluir que el Cristianismo es un atentado contra la oftalmología, amen de una majadería supina, cuando afirma que antes de criticar la paja en el ojo de tu hermano debes quitar la viga del tuyo. Reconozco que lo de la viga, sea de madera o de hierro forjado, en el ojo, siempre me pareció, además de crudo, un poco imposible.
Y luego está lo de comer su carne, cuyo significado literal resulta ligeramente repugnante, por no hablar del rey que marchó de viaje y a la vuelta se dedica a esclavizar a funcionarios perezosos, sí, pero que no habían metido la mano en la caja, o aquel otro monarca que ordenó pasar a cuchillo a todos sus detractores. Como un Hitler cualquiera, sólo porque querían ejercer lo que podríamos llamar una leal oposición.
Pero no se confundan. Pepín es un tipo ponderado. Siempre deja abierta una puerta a la tolerancia: La doctrina de paz en el Evangelio es muy superior a la de guerra, pero hay algunos soportes que sirven para apoyar lo contrario... en Mahoma no hay ninguno que sirva para apoyar la guerra o al menos no hemos sido capaz de encontrarlos.
Y ustedes se preguntarán, esto qué tiene que ver con la comunicación Pues lo mismito me pregunto yo. Si dieran con la respuesta no duden en comunicármelo.
Y así es. No hay nada más que revisar la práctica islámica y la cristiana. Por ejemplo, ese amigo de la tolerancia que es Leo Bassi escenifica a 200 metros de donde Pepín dictaba sus provocadoras y transgresoras palabras, una blasfemia continuada contra los sacramentos católicos, contra el Papa y contra la doctrina de la Iglesia. Comparado con eso, las viñetas danesas son Caperucita Roja.
Y es cierto que Jesucristo predica la violencia, sobre todo contra uno mismo, mientras que el Islam, puesto a degollar alguien, prefiere degollar al otro. Es más, una de las diferencias clave entre los discípulos de Cristo y los de Mahoma es que los primeros mueren por su fe y los segundos matan por ella. A ambos grupos se les llama mártires pero Pepín tiene razón: tan violento es lo uno como lo otro.
Por cierto, animo a don Leo a realizar otra obrita ridiculizando a Alá, a Mahoma, la limosna, el ayuno, y el tratamiento del Islam a la mujer, por ejemplo con una gran piedra negra sobre la que se derramarían preservativos: sería una obra de una sola sesión, por fallecimiento del protagonista pero, jo, lo que nos íbamos a divertir en ese estreno-despedida.
Sí, Pepín Vidal-Beneyto tiene mucha razón; tan violenta es la injuria permanente al cristianismo como el terrorismo islámico. No se cómo no me he dado cuenta hasta ahora.
Eulogio López